Llamados a hacer paz

DEUS MEUS ET OMNIA es una declaración del señorío de nuestro buen Jesús en nuestras vidas. Entre tantas cosas, Él nos ha regalado espíritu de amor y por lo tanto somos llamados a difundir eso que hay en nosotros para demostrar a nuestra sociedad que el amor que declaramos es el amor que profesamos. Las diferencias de creencias y puntos de vistas en nuestros medios no solo es una prueba de madurez, sino de tolerancia y de saber resolver situaciones como instrumentos de paz.

He visto y sentido que dar gracias a Dios en todo y por todo nos hace humilde. Eso contribuye al desarrollo en nosotros de la paz verdadera: agradecer por estar vivos, por tener salud, por nuestros trabajos y por esas bendiciones que muchas veces pasan desapercibidas a nuestros ojos y que sólo recapacitamos cuando vemos a gente que está en situaciones desventajosas a las nuestras y reflejan tranquilidad.

En Italia la mensa es como le llaman al lugar donde uno toma sus alimentos; existe un enorme mostrador con diferentes platos para formar el almuerzo, mas no es permitido tomar todo. Es por eso que esa tarea es algo difícil y graciosa al inicio. Me conmueve ver a un trabajador con capacidad visual distinta a la que dicta la normalidad, ser trabajador activo de un área administrativa del hospital a donde estaba. Y aún más, ver que cada día, un compañero diferente le conduce para elegir y luego tomar sus alimentos. Eso es convivencia, ser instrumento de paz.

Agradecer por las enfermedades o pruebas refleja nuestra madurez espiritual, enfrentar duras situaciones pone de manifiesto que aceptamos la voluntad de Dios en nuestras vidas y que confiamos en ese propósito que tiene para con nosotros, aunque al principio se vea tan inexplicable. Cuando era más joven leía que Pablo daba gracias a Dios por sus debilidades y enfermedades y yo me preguntaba por qué. Es Dios, a través de Pablo, que nos dice que cuando somos débiles o estamos enfermos descubrimos lo fuerte que somos sólo porque el Espíritu intercede y actúa sobre nosotros.

Doy gracias a Dios por estar vivo, por ser bendito, por estar sano, por ser como soy, por mis enfermedades, por tenerme donde estoy, por todas las cosas que a mis ojos son malas y me ha tocado pasar, y por esos propósitos que he visto tan lejanos e incomprensibles. En esos momentos duros, he aprendido a pedir humildad, paz y tolerancia para enfrentarlas y seguir adelante, he aprendido que somos águilas, que en la tormenta no nos escondemos. He aprendido a no desesperarme y a confiar en ese Dios que me sustenta, que me esfuerza, que siempre me ayuda, y que me dice “Yo Jehová, soy tu Dios que te sostiene de tu mano derecha y te digo no temas que yo te ayudo.” Amén.

— Hno. Darrell Espinoza Miembro IB Filadelfia
Renovación Año 4 – Edición 27