¿Cuántos de nosotros después de que conocimos al Señor seguimos pesando que lo importante es que nos laven los pies? ¿Cuántos de nosotros seguimos reaccionando como Pedro por no entender? ¿Cuántos de nosotros jamás lavaríamos los pies de la persona que más daño nos ha hecho? Las respuestas a estas interrogantes las encontré en el Comentario Bíblico Iberoamericano Evangelio de Juan del Pastor Stan Slade pag. 264-278. “Por eso el Señor nos interpela ¿Entienden lo que he hecho con ustedes? La repuesta sincera nuestra debe ser “no”, porque la mayoría de las veces nos aferramos no al significado verdadero de lo que Jesús hizo y dijo, sino a las formas. Nos quedamos con lo exterior, pero la realidad se nos escapa. Por eso Jesús nos dice “Si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los uno a los a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.” Jn. 13: 14-15
Jesús nos ha dado el ejemplo. Nos toca a nosotros seguirle. Pero, ¿cómo? Jesús nos pide una práctica de fe que se manifieste en acciones sencillas de servicio diario a los demás. Jesús nos está llamando a un estilo de vida de servicio de “amarse los unos a los otros”. Amarse no es cuestión ni de palabras ni de sentimientos, sino de acciones sencillas de servicio para el bien de los demás. Jesús nos pide que también lavemos los pies de aquellos que “no pueden aceptar mi palabra.” Jn. 8: 43. Jesús lavó los pies de Judas. ¡Gracias a Dios! Dios sirve al pecador. ¡Gracias a Dios! Jesús lavó los pies de Judas y lavó también los nuestros.”
Hno. Mauricio Rivas, Maestro EBD
Renovación Año 4 – Edición 12