Comunidad de Paz

El v. 12 habla 1) de vestirse de “entrañable misericordia”, es decir de misericordia que viene desde muy adentro. El Señor nos llama a ser misericordiosos “como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36) ; 2) de bondad, es decir de promover reconciliación con Dios y con los demás; 3) de humildad, no solamente de actitud humilde sino también de espíritu de mansedumbre: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29) y 4) de paciencia, sobre todo por aquellos que nos provocan. 

El v. 13 es clave para la relación de paz en una comunidad: “Soportándonos unos a otros y perdonándonos unos a otros”. Es un imperativo muy difícil de cumplir ya que hasta los apóstoles Pablo y Bernabé tuvieron sus grandes diferencias que los separaron (Hechos 15:39) como también Pablo y Pedro también tuvieron sus diferencias (Gálatas 2:14). Sin embargo, el apóstol Pablo nos llama a perdonarnos, a no guardar rencor. El ejemplo a seguir es Cristo y por eso “de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”, no deja lugar a dudas sobre cuál debe ser nuestro comportamiento. Clamamos a nuestro Padre que nos perdone: “Perdónanos nuestras deudas”, pero se nos olvida la siguiente parte: “así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12).

Para poder cumplir con este mandato tan difícil, la misma carta nos da la respuesta: “Vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” (v.14). Pedro también nos llama en 2 Pedro 1:5-7 a construir varias virtudes sobre la base de la fe pero la que queda encima de toda la construcción es el amor, el vínculo perfecto, el centro de una comunidad de paz. Solo entonces “la paz de Dios gobierne en vuestros corazones”, un espíritu pacífico que mantiene la paz y que busca la paz. Se refiere a la paz de Dios porque Dios es quien trabaja en los suyos y produce la paz. “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom 14:17). Somos llamados a esta paz, a la paz de Dios y a la paz con nuestros hermanos y hermanas. Si decimos que somos parte del cuerpo de Cristo, estamos llamados a estar paz los unos con los otros y a ser agradecidos.

— Hna. Dámaris Albuquerque Miembro IB Filadelfia
Renovación Año 4 – Edición 25