Salmos 85:10

Ahora bien la verdad cristiana es trascendente y determinante de la vida. Ya lo fue así en Jesús de Nazaret: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18,37). Según sus mismas palabras, Jesús presencializa o hace presente la verdad. Más aún: la verdad es una realidad superior a Jesús. El tiene como misión dar testimonio de ella. Su máxima responsabilidad la tiene Jesús frente a la verdad. Nada de particular, por tanto, que el hombre deba sentirse responsable también de ella. Pero es igualmente inevitable el preguntarnos una y otra vez a qué verdad se re ere Jesús y nos referimos nosotros.

La Justicia y la paz se besaron: La paz es un valor muy fundamental para las vidas de las personas, las familias y las naciones del mundo. ¿Cómo puede entonces cultivarse este gran valor desde nuestro interior? ¿Qué pasos debemos seguir para alcanzar este valor y que el mismo sea fuente fundamental de permitirnos obtener la paz tanto para nosotros como para el resto del mundo? Con la paz se puede vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos son los ideales de paz que más se predican, en contraposición al desastre, la guerra y a todo género de con ictos. Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde muy dentro del individuo. No depende de las decisiones de altos funcionarios sino de lo que llevamos en el interior dentro de nuestro corazón y en nuestro cerebro.

La paz es un valor que suele perderse fácilmente de vista por múltiples razones. Por lo tanto la Justicia como un englobe total de valores, la verdad como una a rmación palpable del testimonio de Jesucristo y la paz como un valor de estabilidad en una sociedad es la brújula que nos debe conducir a reeducarnos, a apropiarnos desde lo más profundo de nuestros corazones y comprender que somos seres racionales capaces e imitar el testimonio, la humildad de Jesucristo y sobre todo la ayuda a nuestro prójimo. Debemos empezar desde nuestras iglesias donde hay hermanos que tal vez no necesitan un apoyo económico, pero sí un corazón lleno de humildad capaz de dar una palabra de aliento en momentos difíciles de la vida, debemos imitar ese testimonio de nuestro Señor, la humildad con que debemos actuar llenándonos de justicia, de verdad y de paz. Una vez que nos apropiemos de estos valores en nuestro interior podremos repetir: LA JUSTICIA Y LA VERDAD SE ENCONTRARON,LA JUSTICIA Y LA PAZ SE BESARON.

Bendiciones 

— Hna. Mayela Luna Maestra de Jóvenes EBD
Renovación Año 4 – Edición 35