Pues bien, los griegos decían que el espíritu es el que atiende los conceptos intelectuales. El alma era el aliento que da vida al cuerpo. Y el cuerpo era la parte material. Por lo tanto para Pablo todo nuestro ser debe estar consagrado para servir al Señor esperando su segunda venida. Todo nuestro ser debe ser santificado. Es decir, apartado para el Señor.
En otras palabras nuestros pensamientos, nuestro intelecto y nuestro cuerpo deben estar al servicio del Señor Jesús. Lo que el Señor requiere de nosotros es que todo nuestro ser esté a su servicio. «Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de administrar los misterios de Dios. Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza.»1 Corintios 4:1-2 NVI. Por lo tanto estamos encargados de administrar los misterios de Dios y para eso se nos exige que seamos servidores y dignos de confianza.
La pregunta del millón es que ¿si estamos guardando nuestro cuerpo, intelecto y relación con Dios irreprensibles para encontrarnos con el Maestro? Y por último, ¿somos dignos de confianza ante el Señor? Debemos esforzarnos para guardar nuestro ser integral para el Señor y a la vez que se confíe en nosotros. Pero solo tú y el Señor saben si esto se está cumpliendo. Creo que debemos contestar como Pedro ….Señor tú sabes todas las cosas…. Amén.
— Hno. Gilberto Aguirre Maestro de Jóvenes EBD
Renovación Año 4 – Edición 37