Pero, ¿qué es lo que esta persona ha de traer? Este es el mensaje del Segundo Domingo de Adviento. Cristo, la manifestación de Dios en carne, ha de traer la posibilidad de vivir una vida sumergida en la presencia del Espíritu de Dios. Como nos recuerda Juan el Bautista, “pero él os bautizará con Espíritu Santo”. Jesús nos invita a integrarnos en su camino,en la presencia del Espíritu Santo de Dios. Es éste el mensaje principal de este pasaje; que Dios ha de ofrecernos la oportunidad de ser sumergidos y sumergidas en la continua presencia del Espíritu.
Hablando de allanar el camino del Señor, es una invitación a dejar los obstáculos en el camino, como las envidias, rencores, venganzas, enemistades. Situaciones que distraen nuestra misión como iglesia.
¿Estamos haciendo lo necesario para preparar el camino que conduce a la manifestación de Dios en la persona de Jesús?. ¿Hemos actuado con justicia y amor? ¿Hemos cultivado amistades en las comunidades en las que servimos? ¿Hemos tomado tiempo para callar y dejar que nuestras acciones de justicia y solidaridad sean nuestras voces?. Es un llamado a experimentar la vida sumergida en la presencia continua del Espíritu de Dios. Siendo que Adviento es el tiempo de espera por la manifestación de Dios en carne, ¿hemos experimentado tal manifestación en nuestras vidas a través del Espíritu? No hablamos aquí de expresiones emocionales, sino de una verdadera convivencia, diaria, en la presencia del Espíritu de Dios. Esta es la manifestación continua de Cristo en nuestras vidas y la que nos ayuda a vivir como hijos e hijas de un Dios que aun hoy día se manifiesta y camina con su pueblo.
— Tomado de Aportes para la vida
Renovación Año 4 – Edición 49