Como cristianos, o crecemos en todo o somos niños fluctuantes. Si creemos que crecer se limita al conocimiento del plan de salvación, al orden del culto, de la organización de la iglesia somos niños fluctuantes. Crecer en todo significa la aceptación de las exhortaciones con respecto a la madurez y la unidad en “todo consejo de Dios” (Hch. 20:20-27)
Los discípulos de Cristo debemos estudiar, reflexionar y vivir los textos donde Dios nos dice que nos amemos los unos a los otros. Efesios 4:2 nos invita a soportarnos con paciencia y con amor. Efesios 4:32 nos invita a ser benignos, misericordiosos y perdonadores los unos a los otros. Romanos 12:5 nos recuerda que los creyentes somos un cuerpo en Cristo y Romanos 12:10 nos invita a la comunidad de fe a amarnos fraternalmente, honrándonos mutuamente.
El reto de amarnos viene de creer en las virtudes enseñadas y ejemplificadas por Jesucristo, así como en los consejos pastorales del Apóstol Pablo en la lecturas anteriores, lo que nos debe invitar y motivar a encarnar en nuestras vidas el reto de amarnos. Este reto no es imposible, por el contrario Cristo nos ha capacitado para toda buena obra.
Cada uno de nosotros de manera personal seamos ricos, pobres, educados o no educados debemos de hacer propio el llamado a crecer en todo. Si cada uno de nosotros optamos por crecer en todo, nuestra comunidad de fe, como un solo “cuerpo bien concertado y unido entre sí, por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada, recibe su crecimiento”(Efesios 4:16) para edificarse en amor.
Cada discípulo de Cristo miembro de la Iglesia Bautista Filadelfia debemos funcionar como los miembros de un cuerpo físico; cada uno cooperando, colaborando y teniendo plena comunión unos con otros en la obra del Señor siendo de un corazon y un alma. Hch. 4:32
— Hna. Johana Gómez Diaconisa
Renovación Año 4 – Edición 6
me gusta la reflexion crescamos en el amor