“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” Ro. 1: 17. La justicia de Dios no es un atributo moral, ni un parámetro legal. Es más bien una acción salvadora, hecha realidad en la vida, muerte y resurrección de Cristo. Él fue obediente en todo a su Padre hasta la muerte, y muerte de cruz; “cruz que no es meramente fuente de salvación individual, sino más bien como el lugar donde comienza la renovación de la creación, esto es, como el evento donde empiezan a crearse los cielos nuevos y la tierra nueva que Dios ha prometido y que la comunidad mesiánica anticipa.” (René Padilla Teólogo) La fidelidad de Cristo es la que posibilita que nosotros seamos colocados en el orden justo y hechos justos. La cruz es el acto supremo de fidelidad.
Esta acción salvadora se manifiesta por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús. Ser hechos justos equivale a vivir en sumisión obediente al Dios Justo. Esta obediencia a Dios debe manifestarse en el amor al prójimo porque la fe que vale es la que actúa mediante el amor y que más amor que dar de gracia lo que de gracia recibimos, es decir anunciar el mensaje de salvación a toda criatura. “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.” Ro. 10: 17. Fe en la sangre de Jesús que nos rescata para vida eterna.
— Hno. Mauricio Rivas Diácono
Renovación Año 5 – Edición 14