Necesitamos ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente para poder experimentar la buena voluntad de Dios sobre nuestras vidas. Tenemos que tener una renovación en nuestras mentes antes de poder experimentar las cosas buenas que Dios tiene para nosotros, lo cual indica que nuestra manera de pensar limita la obra de Dios en nosotros, no porque Dios lo quiera, sino porque nosotros no lo permitimos. Un ejemplo de esto lo vemos en la explicación de Jesús en Mateo 9:14-17 El Señor Jesucristo revela que si no hay un cambio en la manera de ver las cosas, no puede haber nueva revelación, los hombres solo estamos dispuestos a recibir lo que entendemos, y cuando no es así, peleamos contra el Espíritu Santo y su revelación, y no la aceptamos porque no estamos preparados para ello.
La única forma de renovar nuestra mente es rindiéndonos ante la voluntad del Espíritu Santo. Tito 3:4-5 muestra la salvación en diferentes ángulos, por misericordia, por el lavamiento de la regeneración el cual se efectuó en su sangre, y la renovación del Espíritu Santo. Así que la transformación y la renovación vienen mediante la obra del Espíritu Santo, pero es importante mencionar que su obra no va en contra de nuestra voluntad. En muchas ocasiones el Espíritu Santo no puede operar en un corazón que está herido y lastimado. No se lo permite, a pesar de tantos intentos que el Espíritu hace, pero como esa persona está herida, no puede distinguir la voz de Dios, pues sus temores la eclipsan. Por esto la Biblia dice en Proverbios 18:19 “El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.”
Según la palabra de Dios la buena y perfecta voluntad de Dios solo es revelada a un hombre transformado, con esto no hablamos de salvación sino de crecimiento espiritual. Muchos llegamos hasta cierto estado de revelación en cuanto a Dios y no pasamos de ahí, porque no entendemos que cuanto más nos vayamos transformando mediante la renovación de nuestra mente, más vamos a poder entender y comprender mediante la experiencia las cosas buenas que Dios quiere darnos.
El ser transformados es una obra entre mi voluntad y la de Dios, yo me rindo a Él y Él hace el resto abriendo mi entendimiento y mostrando su amor y su bondad para conmigo, haciéndome libre del pecado y sus efectos. Así la gloria y la honra pertenecen a Él, pues es Él quien transforma nuestro ser y nos hace nuevas criaturas mediante la actividad misma del Espíritu Santo.
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Tomado del blog Secretos de la Palabra de Dios
Renovación – Año 5 – Edición 33