Dios justifica a los impíos

¿No habías pensado siempre que la salvación era para los buenos, y que la gracia de Dios era para los justos y santos, libres del pecado? Sin duda has pensado que si fueras bueno, Dios te recompensaría, y has pensado que no siendo digno, nunca podrías disfrutar de sus favores. Por tanto te debe sorprender la lectura de un texto como este: «Aquel que justifica al impío.»

No es de extrañarse que te sorprendas, pues con toda la familiaridad que podamos tener con la gracia divina no cesamos,de maravillarnos. ¿Suena muy sorprendente, verdad, el que fuera posible de que todo un Dios Santo, justificara a una persona impía? 

Según la natural lealtad de nuestro corazón, estamos hablando siempre de nuestra propia bondad y nuestros méritos, tenazmente apegados a la idea de que debe haber algo bueno en nosotros para merecer que Dios se ocupe de nuestras personas. Pero Dios que bien conoce todos nuestros engaños, sabe que no hay bondad ninguna en nosotros y declara que «no hay justo ni aun uno» (Rom.3:10). El sabe que «todas nuestras justicias son como trapos de inmundicia» (Isa.64:6); y por lo mismo el Señor Jesús no vino al mundo para buscar bondad y justicia para entregárselas a las personas que carecían de ellas. No vino porque éramos justos, sino para hacernos justos, justificando al impío.Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores. Esto es cosa sorprendente; cosa maravillosa especialmente para los que disfrutan de ella. Esta es la maravilla más grande que podemos aprender, que Cristo nos amó y nos justificó.


Tomado de Solamente por Gracia
Renovación Año 5 – Edición 38