Cuarto Domingo de Adviento: Se avecina la gran celebración

El nacimiento de Jesús impactó no solo el mundo terrenal en la nueva esperanza que éste tendría, sino también el celestial. Los anuncios del ángel Gabriel acerca de este gran acontecimiento conmocionaron grandemente a todos aquellos a quienes se les fue revelando el anuncio del nacimiento de Jesús.

Los tiempos eternos establecidos por Dios Padre se cumplieron en el día en que por medio de la virgen María, Jesús llegó a este mundo para caminar con nosotros, experimentar nuestras vivencias y experiencias, pero sin pecado alguno que lo contaminase.

En los cielos hubo gozo y gran alegría, y en la tierra esperanza de paz para con todos.

Desde las primeras horas de vida en esta tierra, ya Jesús nos comenzó a dar una idea del estilo de vida humilde y austero en el cual quería desarrollar sus propósitos. Estilo de vida que años más tarde desafiaría a todos sus seguidores a que imitemos sus pisadas.

El nacimiento del salvador se desarrolla en un establo, donde había animales y elementos que se utilizaban para atender los mismos. Después de recorrer varios lugares José no había encontrado un espacio adecuado y pertinente para que María pudiese llevar adelante el trabajo de dar a luz de quien sería el salvador de la humanidad.

Los dignos y acogedores deseos de paz, amor y felicidad que por doquier se escuchan en estos días; son el gran desafío que como iglesia del Señor tenemos para compartir acerca del verdadero sentido de la Navidad; porque: ¿Cómo el mundo va a conocer y experimentar el verdadero significado de la paz si no es por medio del Señor? ¿Cómo conocerá la verdadera felicidad si Cristo no está presente en sus vidas?; y/o ¿Cómo experimentarán el amor puro y perfecto si no es por medio de aquel que nos enseñó acerca de su verdadero significado en su máxima expresión?

Podríamos estar seguros en afirmar que no se pueden experimentar ninguna de estas tres, el amor, la paz y la felicidad en su máximo esplendor si Jesucristo no está presente. Es necesario que Jesús nazca en cada corazón y traiga ese sentido a la vida.

Que gran oportunidad que tenemos en estos días también, que como miles de años atrás, esa luz de la estrella de Belén nos lleve a la persona de Jesús, y que como cuerpo suyo podamos seguir alumbrando en un mundo de tanta oscuridad y apatía hacia el mensaje navideño.

Tomado de Iglesia Bautista Familia de Dios