El propósito de Cristo al venir al mundo (además de brindarnos la Vida Eterna) fue precisamente el de convertirse en nuestra motivación para mantenernos firmes en el Señor, nuestra fuente para alimentarnos espiritualmente como Él mismo lo expresó en Juan 7:38, al decir: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”, y ser nuestra conexión con Dios.
Estar firme en el Señor es permanecer fiel a su Palabra. Jesucristo fue el legado y el gran aporte de Dios para el mundo, pero nuestro compromiso es mantenernos firmes en su amor dedicando nuestra vida a Él tomándonos de su mano poderosa y permaneciendo fiel a su Palabra.
La fidelidad es absolutamente necesaria dentro del amor verdadero. No puedes casarte, decir que amas a tu esposa y por otro lado, seguir coqueteando con otras mujeres. Del mismo modo estar firme en el Señor es serle fiel, es amar a Dios con todo y por supuesto dejar de coquetearle al mundo. Como dice la Biblia “no se puede atender a dos señores”, Mateo 6:24 y en el libro de Santiago 4:4 dice, “el que es amigo del mundo, es enemigo de Dios”.
A continuación una interesante historia que ejemplifica muy claramente cuál es la clave para mantenerse firme en el Señor:
“Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría. Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: -Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza? El rey le dijo: -Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré.
Al término del paseo, el rey le preguntó: -¿Qué piensas de mis riquezas? – La persona respondió: -No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara. El rey le dijo: -Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”.
Muchas veces deseamos vivir como mejores cristianos y tener vida espiritual, pero sin decidirnos a apartar la mirada de las cosas que nos rodean y deslumbran con su aparente belleza, sin apartar nuestros ojos del mundo, y Dios demanda de nosotros fidelidad y entrega.