HABÉIS SIDO POR ÉL ENSEÑADOS, CONFORME A LA VERDAD QUE ESTÁ EN JESÚS
(Efes.4:19-21)
El significado en Efes. 4:19, es que codician las mismas profundidades de la inmoralidad. Las personas que viven en el pecado, nunca están satisfechas con el pecado, y se abandonan, se dejan controlar totalmente por él.
Esto es lo que significa en Romanos 1 que Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, a sus propias pasiones. Parece increíble, pero se puede llegar a una condición en la que uno es un pecador abandonado.
«Pero vosotros no habéis aprendido así de Cristo, si en verdad lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.» (Efes.4:20-21)
Aquí tenemos el contraste con la vida de los no judíos que acabamos de describir. Si alguien no está escuchando a Jesús, entonces, Jesús no debe ser su Salvador. El Señor Jesús es el pastor y Él dijo que sus ovejas oyen Su voz. Si usted no ha oído Su voz, entonces no es una de Sus ovejas.
¿Qué cambiaría la vieja naturaleza de aquellos no judíos? ¿Qué tenían que hacer? Tenían que escuchar a Cristo. Tenían que oírle. Tenían que ser enseñados por Él. Y aquellos que no fueran Sus ovejas, no le escucharían.
La persona que es salva considera al Señor Jesús su Pastor. Escucha al Pastor y le sigue. La persona que no es salva, seguirá su propio camino.
También tenemos aquí la frase la verdad que está en Jesús. Aunque Su vida en la tierra no puede ser imitada por nadie, la misma vida de Jesús es un ejemplo para el cristiano. Jesús ha sido el pionero; fue un ejemplo de vida aquí en la tierra. Es el que también cruzó el umbral de la muerte por nosotros. No hay ninguna razón para que el creyente se encuentre hoy en la oscuridad espiritual de la ignorancia o la ceguera. Leamos, finalmente por hoy, los versículos 22 al 24 de Efesios 4:
«En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.»
Esto quiere decir que tenemos que quitarnos el ropaje de la vieja naturaleza, y ponernos el ropaje de la nueva naturaleza, de la misma manera en que cambiamos nuestra ropa. Es como quitarse ropa vieja y sucia, y ponerse ropa nueva y limpia. Pero este cambio de ropa no puede hacerse con el esfuerzo propio, ni por procurar imitar la conducta de Cristo. Esto fue hecho para el pecador que cree por la muerte de Cristo. En este sentido, somos como niños que no podemos vestirnos a nosotros mismos. Como cristianos, nunca alcanzamos el momento en que podemos hacerlo, y no necesitamos intentarlo. Porque ya ha sido hecho por nosotros. En la epístola a los Romanos 6:6, se nos dice que nuestra vieja naturaleza ya ha sido crucificada en la muerte de Cristo. Dice el citado pasaje: «Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado». En vista de que nuestra vieja naturaleza ya ha sido crucificada con Cristo, debemos quitárnosla en el poder del Espíritu Santo. Esto no significa que la vieja naturaleza ha sido eliminada para siempre de nuestra vida. No nos libramos de ella. Pero no debemos vivir de acuerdo con ella; es decir, que no tenemos que permitir que controle nuestras vidas.
Por otra parte, tenemos una nueva naturaleza. Éste es el resultado de la regeneración por el Espíritu Santo. Cualquier persona que esté unida a Cristo, es una nueva criatura. Tenemos que vivir en esa nueva naturaleza, en esa nueva persona, en esa nueva creación. Ésta es, pues, una repetición del mensaje principal de la carta a los Romanos.
Y como dijo Pablo en Efes.4:24: esta nueva naturaleza ha sido creada a imagen de Dios, es decir, según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Ésta es la justicia imputada a nosotros por Cristo, ya que hemos sido declarados justos, y estamos unidos a Cristo.