Juan 1:12
En esta oportunidad veremos cómo el mundo, en su gran mayoría, no recibió al Señor Jesús, ni lo reconoció tampoco como el Hijo Unigénito de Dios. Veremos también por qué aquella minoría que sí lo aceptó, cómo ellos son reconocidos como hijos de Dios.
Y es que no todos los seres humanos, solo por virtud de su nacimiento, son necesariamente hijos de Dios. Para ser llamado hijo de Dios, uno tiene que tener primero una experiencia personal, una entrega genuina a Cristo; pues es necesario recibir a Cristo y creer que Jesús es el Señor — el Hijo de Dios — y que para que, creyendo en Él, seamos salvos (y no salvos por obras sino por gracia).
Leamos entonces la palabra de Dios, pero antes inclinemos nuestros rostros para pedir a Dios sabiduría para entender su palabra y para poder aplicarla a nuestras vidas. Que sea Él el que nos guíe, nos guarde, nos hable esta noche. Y que recibamos su mensaje con humildad, con aceptación, reconociendo realmente que nosotros no somos nadie, y que el Señor Jesús es realmente todo, el eterno “Yo Soy.”
Dije que pienso que esta pregunta es difícil, no porque sea necesariamente difícil imaginar las respuestas [y algunas de las respuestas que se han dado pueden ser válidas]. Pero creo que uno siempre debe tener mucho cuidado con estas cosas porque cuando uno hace una pregunta acerca de un versículo en la Biblia, uno debe responderlo de acuerdo al contexto bíblico de dicho versículo; nunca sacando el versículo fuera del contexto, fuera de la historia que se está revisando.
Si uno busca respuestas fuera del contexto bíblico, uno podría terminar sacando conclusiones erradas, equivocadas. Por ejemplo, alguien por allí podría haber pensado que la mayoría de los contemporáneos de Jesús no lo recibieron como Dios y Salvador, era por su apariencia física.
El Señor no se vestía con ropas lujosas, ni esplendorosas (cf. Juan 19:23). Él era muy humilde en su forma de ser y en su forma de vestir; por eso (algunos podrían argüir) que a muchos judíos de su época les pudiera haber sido difícil imaginar que este hombre, de procedencia tan humilde, era nadie menos que el mismo Hijo del Dios. Pero sí lo era, y lo sigue siendo en el día de hoy. A pesar de sus apariencias físicas de aquellos días.
Entonces, esta posible respuesta se podría aplicar muy bien — por lo menos teóricamente — a los sucesos históricos del Siglo I: ¿Por qué los contemporáneos de Jesús, en su gran mayoría, no lo reconocieron como a Hijo de Dios? La respuesta sería, de acuerdo a esta teoría, que la gente en la época Jesús no lo recibieron como Hijo de Dios porque ellos solo veían las apariencias físicas y materiales del Señor, y no podían entender cómo un hombre de procedencia tan humilde, de apariencia tan promedio, y de vestimentas tan sencillas, podría ser el mismo Hijo de Dios.
Esta creo que podría ser la mejor respuesta a nuestra pregunta original: ¿Por qué el mundo no recibió a su Creador? La respuesta entonces seria (de acuerdo con los versículos que hemos leído) es que la mayoría de la humanidad no recibió a Jesús porque la gente amaba más las tinieblas que la luz — porque sus obras eran malas.
Al menos que Dios obre primero en nuestros corazones, vamos a preferir la oscuridad.
En otras palabras, cuando no hay intervención divina, si el hombre es dejado solo para escoger entre el pecado y la santidad, el hombre siempre va a escoger pecado. Solo cuando Dios habla directamente al corazón del hombre, recién allí, él va a escoger santidad. Y esto en sí ya es un milagro.
Tiene que intervenir Dios en nuestros corazones para que podamos ser salvos. Todavía tenemos libre albedrío, pero Dios nos escoge primero. Todavía podemos rechazar a Dios, pero Él todavía nos da a escoger.