Romanos 1:8
Nuestro Señor Jesucristo mismo declaró claramente esta verdad: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10) El Apóstol Pablo en Romanos nos traza el camino de cómo realizar esa vida y vida en abundancia.
El Mensaje de la Cruz la cumbre de la intervención divina
A los corintios les escribió Pablo: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios . . . Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan la sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.” (1 Cor. 1:18, 22-24)
A partir de las epístolas de Pablo, él aplica este Mensaje de la Cruz a la necesidad particular de cada iglesia local, sea de la ligera división, (Filipenses), herejía, orgullo, falsa doctrina (Corinto), legalismo (Gálatas), ascetismo y judaísmo (Colosenses), las bases de las iglesias locales (Cartas Pastorales), etc. Pero en cambio en la epístola a los Romanos nos da de manera serena una definición, una descripción y una aplicación del evangelio en su plenitud. Nos lleva de la condenación a causa de los pecados a la justificación por medio de la propiciación y a través de la santificación hasta la glorificación. Muestra de manera sobresaliente la gracia de Dios, la sublime redención en Cristo que nos lleva a la profunda unidad con el Crucificado y resucitado Hijo de Dios. Por fin en Romanos 1:8 el Mensaje de la Cruz redundará para la gloria de la gracia de Dios en Cristo Jesús.
El Trasfondo de Romanos
El obispo H.C.G. Moule, famoso catedrático de la Universidad de Cambridge y exégeta por excelencia de griego de las epístolas paulinas sugiere lo siguiente: “Fue en el mes de febrero en el año de nuestro Señor 58 estando en la casa de Gayo en Corinto teniendo a su lado el amanuense, Tercio, se dirige a los convertidos de la misión en Roma. (Rom. 16:22,23). Entre varios planes Pablo quería dentro de poco ir a Jerusalén llevando la ayuda económica a los pobres de Jerusalén. Además, había expresado su deseo en la voluntad de Dios de ir a Roma (Hechos 19:21). Sin duda pensaba en Aquila y Priscila, sus amigos quienes estaban en Roma y muchos otros amigos a quienes les iba a saludar en Rom. 16., unos 25 en total, además de los de varias casas en donde se reunían los hermanos.
Semejanzas entre Gálatas y Romanos escritas a la vez
En la providencia de Dios durante su estadía de tres meses en Corinto, Pablo escribió su apasionada carta a los Gálatas quienes sufrían la traición de los judaizantes. Ya que llevaba en su corazón las dos cargas—el temor por los Gálatas, sus hijos en la fe y ahora el plan de ir a Roma– se puede identificar la gran semejanza entre estos dos libros. En Gálatas se trata del papel de la ley, la verdadera razón de la ley y la tergiversación de ella por los judaizantes (Véase Romanos 1-8). Siendo Pablo judío, antes fariseo, pero ahora esclavo de Cristo, sin duda pesaba sobre él el plan divino para los suyos (Romanos 9-11. Estos temas Pablo iba a desarrollar con la serenidad y calma en Romanos.
En Romanos quiere él destacar la gracia de Dios y lo hace magisterialmente tanto en Romanos como en Gálatas, pero sin el problema urgente de los judaizantes. Por eso se trata de la ley que se hace conocer el pecado sólo con el fin de dirigir al pecador a Cristo. (Romanos 3:1-20 21-26 Pero la ley no sirve para nada santificar al creyente. Ya murió al viejo hombre (Rom. 6:1-16) y a la ley (Rom. 7:4 5 para dejar que el Espíritu Santo produjera la verdadera justicia de Dios en Cristo. (Rom. 8:1-4).