Vivamos de acuerdo con la nueva naturaleza

Por el poder del Espíritu Santo

Para comprender mejor 1 Pedro 2:21, debemos ampliar la lectura a todo el capítulo 2.

Este segundo capítulo dejará bien en claro que usted y yo, a través del nuevo nacimiento espiritual —producido de la simiente incorruptible de la Palabra de Dios— tenemos una nueva naturaleza, y hemos de vivir de acuerdo con esa nueva naturaleza por el poder del Espíritu Santo. Hemos sido llevados a tener una relación de amor con Aquel a quien, sin haberle visto, le amamos. Simón Pedro le vio y le amó y usted y yo, aunque no le hayamos visto, el Espíritu Santo nos puede hacer que Él sea tan real para nosotros, y que le amemos también de esa manera.

Estimado creyente, cuando usted nació de nuevo espiritualmente, ¿recuerda que hermosa y dulce experiencia vivió? En su segunda carta a los creyentes de Corinto, capítulo 11 y versículo 2, el apóstol Pablo escribió: “Porque celoso estoy de vosotros con celo de Dios; os celo con celo de Dios; pues os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura a Cristo”. Los creyentes de aquella ciudad de Corinto habían llegado a vivir dominados por su naturaleza humana. Su primer amor, ese amor de la luna de miel, se había terminado. Dios habló de este mismo tema a Su pueblo Israel antes de que fueran enviados al cautiverio en Babilonia. El profeta Jeremías escribió en su capítulo 2, versículo 2: “Anda y proclama a los oídos de Jerusalén, diciendo que así dice el Señor: me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada”. Los israelitas demostraron sentir ese amor al principio, cuando salieron de Egipto y cruzaron el Mar Rojo. Entonces cantaron una canción de alabanzas al Señor, una canción que decía “Cantaré yo al Señor, porque se ha cubierto de gloria; ha echado en el mar al caballo y al jinete” (como podemos leer en el capítulo 15 de Éxodo, versículo 1). Sin embargo, no pasaría mucho tiempo antes de que comenzaran a quejarse de Dios, y El recordó esos tiempos.

En el día de hoy, estimado creyente, una verdadera separación se apoya en el hecho de que usted ha nacido de nuevo, que tiene una nueva naturaleza, y ahora ama a Jesucristo. Su amor por Él lo impulsa a querer agradarle.

El gran objetivo en el propósito de Dios es tener individuos salvos, no solo del juicio y del lago de fuego, sino salvados del sistema actual del mundo. Él los quiere salvos no sólo para ir al cielo dentro de poco tiempo, sino para satisfacción inmediata del corazón de Cristo. La obra de Cristo en la cruz resolvió cualquier duda o asunto pendiente que el pecado había introducido entre Dios y nuestras almas. El futuro se presenta brillante con la gloria de Dios, y nosotros hemos sido incluidos en el valor de esa obra de redención. Hemos sido renacidos espiritualmente y nadie, ni siquiera Satanás, puede cambiar esa realidad.

Sin embargo, ¿cómo nos estamos comportando hoy en nuestras vidas cristianas aquí en la Tierra? ¿En qué estado se encuentra nuestra relación con nuestros hermanos en la fe y con el Señor Jesucristo? Vivamos entonces conforme 1 Pedro 2:21: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;”

Es que no podemos esperar que Dios haga todo por nosotros; Él ha dispuesto que hagamos ciertas cosas por nosotros mismos. En primer lugar, debemos dejar de lado “la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos. 25 Por eso, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.” (Efesios 4:22-25)

Según el apóstol Pedro fuimos llamados para “seguir el ejemplo que Cristo nos dejó”, para dejar la pasada manera de vivir y despojarnos del viejo hombre. Así sea.