Oración de sabiduría de una vida bendecida

Continuamos hoy con el pensamiento del salmista en el Salmo 119:63, acerca de saber escoger a nuestras amistades.

Enséñame buen sentido y sabiduría para escoger a mis compañeros, dice el salmista. Esta es la oración de sabiduría de una vida bendecida. Al haber recibido este buen trato de parte de Dios, el salmista entendió la necesidad de vivir en buen sentido y sabiduría. Las bendiciones le fueron dadas a él para que viviera una vida de manera sabia y obediente para la gloria de Dios.

Muy fácilmente nos olvidamos de nuestra gran necesidad de aprender buen sentido y sabiduría, y estamos muy prestos para confiar en nuestro propio corazón y conciencia. La facultad de la conciencia participa, con cualquier otra facultad del hombre, del daño de la caída; y, por lo tanto, con toda su inteligencia, honestidad, y poder. “Ninguna escuela, solo la escuela de Cristo – ninguna enseñanza, sino la enseñanza del Espíritu – puede dar este buen sentido y sabiduría.” (Bridges)

Porque tus mandamientos he creído: él quería que Dios le enseñara porque él en realidad creía en los mandamientos y palabras de Dios. Si en verdad creemos en Su palabra, entonces querremos que Él nos enseñe a vivir de manera sabia y obediente.

La bondad de Dios se ve aún en la corrección.

Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra. Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos. (Salmo 119: 67-68)

El salmista aquí habla de lecciones aprendidas de la manera difícil. Hubo un tiempo cuando él era más propenso a estar descarriado de la palabra de Dios, y la vida sabia fue revelada allí. Pero, bajo una temporada de aflicción, él ahora estaba dedicado a la palabra de Dios. Este principio se ha abierto camino en la vida de casi todos los que buscan a Dios. Esta es una razón por la cual Dios designa aflicción hacia Su pueblo (1 Tesalonicenses 3:3).

“Muchos han sido hechos humildes bajo la aflicción, y se les ha enseñado a conocerse a sí mismos y a humillarse delante de Dios, que probablemente sin esto ellos jamás hubieran sido hechos salvos; después de esto, ellos han sido serios y fieles. La aflicción santificada es una gran bendición; sin santificar, es una maldición adicional.” (Clarke) “Aquí obtenemos consuelo, al recordar lo que la Biblia dice aún de Jesús, ‘Aunque él era el hijo, él aprendió obediencia a través de aquello de lo que él padeció’ (Hebreos 5:8).” (Boice)

Bueno eres tú, y bienhechor; Enséñame tus estatutos: Esta es una línea importante y preciosa para seguir el reconocimiento de la aflicción y del bien que ha hecho en la vida. Muestra que el salmista no se amargó o sintió resentimientos hacia Dios por la aflicción que le llevó a ser más obediente. A pesar de la aflicción – la cual nosotros debemos de tener como genuina – él proclamó, “Bueno eres tú, y bienhechor.” De hecho, quería aún más instrucción por parte de Dios, diciendo “Enséñame tus estatutos.” Esto se dice con el entendimiento implícito de que esta enseñanza podría requerir más aflicción; pero era el deseo del salmista. Esto muestra la confianza que él tenía en la bondad de Dios.

“La aflicción no es el asunto que se menciona con más frecuencia en la novena estrofa. La palabra más prominente en estos versículos es ‘bueno’; así que era una palabra natural para el compositor del salmo, el utilizar ‘bueno’ al principio de estos versículos.” (Boise)

Deleite en la ley de Dios a pesar de los ataques de los adversarios.

“Contra mí forjaron mentira los soberbios, mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos. Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu ley me he regocijado.” (Salmo 119:69-70)

Contra mí forjaron mentira los soberbios: al leer del carácter piadoso y humilde del salmista, casi es impactante el oír que él tiene enemigos quienes han forjado mentira en contra de él. Cuando un amigo una vez le dijo a Platón sobre las historias escandalosas que sus enemigos habían propagado sobre él, respondió el gran filósofo: “Viviré de tal manera para que nadie las crea.” (Horne)