Hechos 2:1-4
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos”. Pentecostés es una palabra griega que significa 50. Los judíos celebraban la fiesta de Pentecostés cincuenta días después de la Pascua, para conmemorar el día en que Dios entregó la Ley a Moisés. Los judíos llegaban a Jerusalén de todas partes del mundo de la época para la celebración de esta fiesta. Ese día, los 12 Apóstoles, incluido Matías, se encontraban reunidos, como se menciona en Hechos 2: 1-4.
Con el fin de comprender el relato bíblico narrado por Lucas en el capítulo dos del libro de los Hechos, es necesario aclarar algunas cosas: 1) Los doce apóstoles estaban reunidos en el Aposento Alto, esperando la venida del Espíritu Santo, prometido por Jesús antes de ascender al cielo; 2) Judíos piadosos vinieron de distintas partes de las regiones para la celebración de Pentecostés; 3) cuando se escucha el estruendo, “se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados” (Hech 2:6-7).
Lucas menciona por lo menos quince regiones de donde procedían esos devotos que vinieron a adorar en Jerusalén: 1) Partos, 2) medos, 3) elamitas, 4) y los que habitamos en Mesopotamia, 5) en Judea, 6) en Capadocia, 7) en el Ponto 8) y en Asia, 9) en Frigia, 10) y Panfilia, 11) en Egipto, 12) y en las regiones de África más allá de Cirene, 13) y romanos aquí residentes (hablantes de latín), tanto judíos como prosélitos, 14) cretenses y 15) árabes […] (Hechos 2:9-11).
Debemos aclarar también que en estas quince regiones se hablaban diferentes idiomas y dialectos; por ejemplo, en África, actualmente se hablan unas 2,000 lenguas y dialectos; no sabemos cuántas lenguas estuvieron representadas el día de Pentecostés, solamente de esta región africana. Lo mismo debe decirse de Asia y Mesopotamia. Por ejemplo, la lengua de Mesopotamia tenía los dialectos asirio y babilónico. No menos numerosas son las lenguas, familias de lenguas y dialectos hablados en Asia. Por lo tanto, numeros idiomas estuvieron representados el día de Pentecostés en la ciudad de Jerusalén. Analizando este fenómeno lingüístico, ¿ahora comprendemos por qué el Espíritu Santo les dio a todos los asistentes el don de entender el lenguaje galileo en que les predicaban los apóstoles? Porque todos les oían hablar en el idioma en que habían nacido. (Hechos 2:6-7)
Los fenómenos milagrosos que ocurrieron en Jerusalén el día de Pentecostés son: 1) varias regiones se juntan para la celebración; 2) los doce apóstoles están orando fervientemente para recibir el Espíritu Santo; 3) fueron llenos del Espíritu Santo prometido por Jesús, lo más importante; 4) los asistentes a la fiesta escuchan un estruendo, el cual los congrega alrededor de los doce apóstoles para escuchar el mensaje de Pedro; 5) ese día, “los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”, Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. (Hechos 2:41-42). 6) se les aparecieron unas lenguas como de fuego, que se dividían y se posaban sobre cada uno de ellos; 7) estos nuevos creyentes no respondieron al mensaje guiados por la emoción del momento, sino que todos “fueron llenos del Espíritu Santo”. 8) comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los hacía expresarse». Y 9), aquí se acababa de cumplir finalmente el Bautismo «en el Espíritu Santo y en fuego» que Juan el Bautista había predicho. (Mateo 3:11)
Por estos hechos narrados en el libro de los Hechos entendemos cuál era la importancia de que los doce apóstoles permanecieran unánimes juntos en oración y que no salieran de Jerusalén hasta que fueran llenos del Espíritu Santo. (Hechos 1:4-5). Ahora tenían el poder del Espíritu Santo para esparcir las Buenas Nuevas por todas las regiones; y comenzar y organizar la Iglesia de Jerusalén, porque desde allí se emprenderían los viajes misioneros de Pablo y sus colaboradores, para anunciar el Evangelio de Jesucristo (conocido como “el Camino”) y confirmar el mensaje que los nuevos convertidos llevaban a sus respectivas regiones. (Hech 8:4). El crecimiento de una iglesia radica en el poder del Espíritu Santo.