El mes de junio está dedicado a la niñez y a los padres. Junio comienza celebrando el Día del Niño, que en el caso de nuestra iglesia celebra hoy tanto a los varoncitos como a las niñas. Luego, el 24 de este mes también celebra el Día del Padre. Por esta razón hemos escogido el pasaje de Efesios 6:4: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” Según la Palabra de Dios, tanto los hijos como los padres tenemos una gran responsabilidad en el comportamiento espiritual y sicológico. Por eso, los padres pueden ser parte del problema en provocar a sus hijos a ira. La siguiente información es excelente, aunque no completa.
La palabra “disciplina” en este pasaje de Efesios 6:4 no se refiere a un azote de varias coyundas que usaban nuestros padres y abuelos hace varios años. Según el Diccionario de la Real Academia Española, disciplina es: “1. f. Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral.” Para el cristiano, disciplinar a los hijos es enseñarlos y guiarlos según los principios de la Palabra de Dios.
En cuanto a que los padres pueden provocar a ira a los hijos, sobre todo los padres cristianos, tenemos una gran responsabilidad en la crianza de nuestros hijos. Los siguientes pensamientos nos pueden ayudar mucho, porque se puede provocar a ira a nuestros hijos de las siguientes maneras:
- Por falta de armonía matrimonial
Ocurre cuando un esposo y su esposa no desarrollan el ser “una sola carne,” la intimidad que fue diseñada por Dios (Génesis 2:24). Cuando el hijo observa amargura en los padres, es susceptible a adquirir pensamientos de amargura, motivos, actitudes y acciones que ha visto como ejemplo en ellos (Hebreos 12:15).
- Por fomentar un hogar centrado en los niños y no Cristo-céntrico
Ocurre cuando los padres no establecen un hogar que sea Cristo-céntrico, en donde cada miembro entienda su lugar bíblico en la familia y esté comprometido a agradar a Cristo antes que a sí mismo. Esto sucede cuando los hijos son el enfoque, en vez de Dios (Prov. 29:15).
- Por practicar una ira pecaminosa
Niños que regularmente observan ejemplos de ira en la comunicación, a menudo crecen sin haber tenido los recursos bíblicos necesarios con los cuales podrán resolver conflictos y problemas personales (Prov. 22:24, 25).
- Por disciplinar consistentemente bajo ira
Disciplinar con enojo puede ser percibido por su hijo como un ataque personal. El énfasis de su pensamiento y el de su disciplina a aplicarse debería ser en línea en lo que su niño ha hecho por pecar contra Dios, no en cómo la acción del niño le ha causado dolor (Efesios 4:26, 27; Santiago 1:19, 20).
- Por regañar bajo fuertes emociones
El término “regañar” es derivado del griego que significa, “indignarse con enojo”. Regañadientes — el censurar rápidamente o protestar, demostrando fuertes emociones sin control — nunca es un método apropiado para entrenar y guiar a un niño (Efesios 4:29).
- Por ser inconsistente con la disciplina
Los padres comúnmente disciplinan inconsistentemente en dos maneras. La primera es teniendo diferentes patrones de disciplina entre los padres. El segundo es en lo indeciso día a día de lo que se debe castigar o en cuan severo el castigo debe ser. Los niños deberían saber que cada ofensa será tratada justa y equitativamente independientemente del estado emocional, espiritual o físico del padre al momento de disciplinar (2ª Cor. 1:17-18).
- Por mostrar hipocresía en el comportamiento
Un padre que utiliza la Biblia para enseñar, corregir e instruir a sus niños en rectitud, pero no está dispuesto a practicar esa misma rectitud en su vida no es sólo un hipócrita sino también provoca a su hijo (Fil. 4:9).
- Por ser legalista con las reglas en el hogar
El legalismo es aquel que eleva las reglas hechas por hombres al mismo nivel de culpabilidad como los mandamientos dados por Dios. Las reglas establecidas en el hogar deberían estar claramente delineadas como “Reglas dirigidas por la Biblia” o “Reglas inferidas por la Biblia” (Mat. 15:7-9). Son estos procedimientos de disciplina equivocados los que pueden provocar a ira a nuestros hijos.