Día del Maestro en Nicaragua

Nuestra Iglesia Bautista Filadelfia rinde hoy honores y gratitud a los maestros que voluntariamente dedican su tiempo a la instrucción de niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Sin embargo, como también en la membresía hay maestros y profesores ya sean activos o jubilados, los incluye en este acto de reconocimiento.

El Día del Maestro en Nicaragua se celebra el 29 de junio en conmemoración del Maestro Emmanuel Mongalo y Rubio, quien nació en Rivas el 21 de junio de 1834, hijo de Bruno Mongalo y Francisca Rubio. Por eso nuestra iglesia reconoce la labor de los maestros de la Escuela Bíblica Dominical, por su dedicación a esta noble labor de enseñar las doctrinas de la Biblia.

En cuanto a la designación de la palabra “maestro”, hay quienes discuten que no es correcto llamarse maestro, porque la Biblia lo prohíbe. Para aclarar esta interpretación cito Mateo 23:10 en dos versiones:

1), Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. (RVR1960)

2). Tampoco esperen que la gente los trate como líderes, porque yo, el Mesías, soy su único líder. (Traducción en lenguaje actual)

Según la traducción en lenguaje actual, no es ‘maestro’, sino ‘líder’. La razón es que la Biblia no se refiere a la noble profesión de enseñar, sino a la pedantería de hacerse pasar por cabecilla o líder indiscutible de un grupo o congregación. Más bien se refiere a impostores que se presentan como los únicos poseedores de la verdad.

En la lengua griega, didaskalos es la ‘persona que enseña’, igual que el significado del inglés “teacher”; en la Biblia, a Jesús le llaman “Maestro”, “raboni o rabuni” en arameo y rabí, en hebreo. A Jesús lo llamaban así, porque era considerado un mentor, una persona que poseía la verdad. El mejor ejemplo es Nicodemo: “Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.” (Juan 3:2). Este pasaje demuestra el alto concepto que el pueblo tenía de Jesús como líder espiritual, antepuesto a los rabíes judíos, sacerdotes, escribas e intérpretes de la Ley.

La labor del maestro como persona que instruye, que enseña y educa no recibe una retribución económica digna ni tampoco goza de un reconocimiento de la sociedad. En Nicaragua, el maestro es el profesional peor remunerado. El verdadero maestro se hace por vocación y cumple con su tarea sin pensar en el bajo salario que recibe. Muchos maestros y profesores se ven obligados a trabajar en dos o tres turnos al día para poder sobrevivir. Sin embargo, no es la mejor opción para el desarrollo educativo de una nación. Un maestro con dos o más turnos no puede ser eficiente en ninguno de ellos, y quienes pierden son los estudiantes como futuros profesionales.

También debo aclarar que muchos maestros y profesores ostentan títulos universitarios iguales o más avanzados que varios políticos, pero éstos reciben un salario diez veces mayor o aún más que un docente, aunque éste enseñe en una universidad. Esta es la realidad de un maestro en nuestro país. Por eso, debemos por lo menos reconocer esa digna labor desinteresada de las personas que se entregan a impartir el pan de la enseñanza. Para ver la otra cara de la moneda, voy a citar el caso de la educación en Finlandia.

Según la primera ministra de Finlandia, la clave del desarrollo de un país se encuentra en 3 puntos claves: “los maestros, los maestros y los maestros”. Es impresionante cómo los países desarrollados apuestan a la educación y el status que logra un profesor de cualquier nivel, ya sea básica, media o superior. Los montos que gana un docente en Finlandia es equiparable con lo que recibe un médico o un ingeniero y el programa de la carrera magisterial es muy selectivo y no cualquiera puede ser profesor; incluso para enseñar en primaria se requiere un nivel de postgrado. La percepción social que se tiene de un maestro, es muy importante en estas sociedades, es un personaje importante y respetado. ¡Ojalá esa fuera la situación de nuestros maestros!