El poder para el vivir cristiano

Filipenses 4

Estudio del capítulo 4 de Filipenses. En el primer capítulo de esta carta a los Filipenses consideramos la «filosofía del vivir cristiano». En el capítulo 2, vemos «la norma del vivir cristiano». En el capítulo 3, leemos acerca del «premio para el vivir cristiano»; y ahora, en el capítulo 4, tenemos la fortaleza, «el poder para el vivir cristiano». Todos los aspectos mencionados en los tres primeros capítulos de esta carta perderían su significado y resultarían inútiles a menos que haya poder para llevarlos a la vida práctica. Una filosofía sin poder para respaldarla en la vida cotidiana, se queda en una simple formulación teórica, lejana a la realidad. Una norma no es buena ni útil a no ser que se proporcione el poder para aplicarla en nuestra vida. Y un premio sería inútil si no podemos alcanzar la meta de la carrera. En consecuencia, el poder es sumamente importante.

El secreto del poder es la oración. Honradamente creemos que hay más personas que están siendo ganadas para el Señor por medio de la oración hoy, que por cualquier otro método. Creemos que la evangelización por medio de la oración es aún el método superior. Creemos que es necesario destacar que, en la actualidad, hay muchas personas que enfocan su servicio a Dios, implicándose en muchas ocupaciones y actividades. Por supuesto que ese movimiento incesante es necesario para difundir la Palabra de Dios y el mensaje de la salvación. No obstante, la multiplicidad de actividades nunca debe relegar el papel primordial de la oración a un segundo plano. Todo lo que hacemos para Dios hoy, tiene que ser hecho por medio de la oración.

Quizás usted piense que suena muy piadoso lo que hemos dicho que estamos dispuestos a dar testimonio que presentamos nuestras cargas al Señor en oración. Debemos confesar que algunos de nosotros, después de haber expuesto todo ante Él, cuando terminamos de orar, recogemos de vuelta, colocamos los problemas sobre nuestros hombros, y comenzamos nuevamente a llevar nuestras cargas. Ese es el problema de muchos cristianos. El Señor desea que confiemos en Él hasta el punto en que no nos preocupemos ansiosamente por nada, y oremos acerca de todo. Ya quisiéramos algunos de nosotros poder decir que nos sentimos tan libres como el pájaro en los árboles, libres como las abejas recogiendo la miel. Dios quiere que tengamos esa forma de ser.

Veamos ahora otro detalle sobre la frase sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Pablo nunca permitió que la oración constituyera un salto en la oscuridad. La oración se apoya sobre un fundamento. Como dijo el apóstol a los Romanos 10:17: Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Dios. La oración se apoya en la fe, y la fe se apoya en la Palabra de Dios. Ahora, aquí en Filipenses 4, él dijo que cuando usted se dirige a Dios con un pedido, tiene que darle las gracias en ese mismo momento en que le está presentando su petición.

Algunos comentaristas Bíblicos interpretan estas palabras en el sentido de que cuando uno recibe la respuesta a su oración, entonces tiene que dirigirse a Dios para darle las gracias. Bueno, eso no es lo que dijo Pablo. El apóstol pudo expresarse en un lenguaje muy versátil, el idioma griego, y en consecuencia, pudo expresar exactamente lo que quiso decir. Y lo que dijo fue que cuando usted presente su pedido en oración, en ese mismo instante usted debe darle gracias a Dios por haberle oído y respondido su oración.

Alguien podría estar pensando «Bueno, quizás Dios no responda mi oración. Porque muchas de mis oraciones no han sido contestadas». Estimado creyente: no creemos que usted tenga oraciones sin contestar, y usted no debería pensar que tiene un Padre celestial que no le escucha y responde a sus oraciones. Es posible que usted haya orado pidiendo algo y que no lo haya recibido, pero sí ha recibido una respuesta a su oración. A veces, las respuestas negativas son las que cumplen con la voluntad de Dios y debemos aceptarlas.