Continuamos con el énfasis en Isaías 30:8 acerca de la profecía de Isaías en contra de los pecados de Judá e Israel. Esta profecía debía escribirla Isaías en una tablilla y después en un rollo, para que quedara registrada eternamente y para siempre. Dios habló por medio de su profeta y nada podía cambiar el gran designio de Dios. No tenemos otra cosa que decirle a Dios que gracias. Debido a que el Señor nos ha salvado, podemos confiar en Él y permanecer tranquilos con la confianza de que nos dará las fuerzas para enfrentar las dificultades de la vida.
Deberíamos echar a un lado nuestro afán de buscar la ayuda de naciones poderosas, tal como Judá e Israel buscaban la protección de Egipto en vez de clamar al Señor, quien los había librado del yugo de Faraón. Ya las naciones de Judá e Israel habían olvidado la opresión sufrida durante cuatrocientos treinta años en Egipto (Éxodo 12:40). Ahora buscaban su protección. Como una contradicción, la gente prefiere confiar en las fuerzas visibles, antes que en el poder de Dios, al cual no pueden ver con ojos físicos; porque Dios en invisible. La tendencia humana es de confiar en los poderes visibles; y se fabrican ídolos materiales; ya sean imágenes religiosas o líderes políticos. Por eso Judá e Israel confiaban más en el poderío egipcio antes que en el poder de Dios.
Dios espera mucho de nosotros y en múltiples ocasiones seguirlo quizás sea doloroso, pero Él lo hace por amor a nosotros. La próxima vez que enfrente un tiempo difícil trate de apreciar la experiencia y crecer a partir de ella al aprender lo que Dios quiere enseñarle. Tal vez Dios le esté mostrando su amor al caminar pacientemente con usted a lo largo de la adversidad. Cuando el pueblo de Jerusalén abandonaba la senda de Dios, los corregía, pero ellos persistían en hacer la maldad continuamente.
Isaías declara que Israel sería dispersada a causa de su rechazo a los profetas, lo cual era lo mismo que rechazar a su Dios. Su confianza en el poder de Egipto para resguardarlos de Asiria sería inútil. Judá e Israel serían heridas, destrozadas y dispersadas por su perversidad. Sin embargo, esta profecía se aplica a los últimos días, porque igual que en los tiempos del profeta Isaías, el mundo está inmerso en el pecado y desobediencia.
Dios los alerta por medio de su profeta, diciendo: ¡Ay de los hijos rebeldes, dice Jehová, que toman consejo, pero no de mí! Que se entrelazan con cubierta, pero no de mi Espíritu, añadiendo pecado sobre pecado!” Judá establecería alianzas contrarias a la voluntad del Señor y contra las advertencias de los profetas. El objetivo de Israel al buscar ayuda de Egipto fue el de añadir “pecado sobre pecado”, o el de poder continuar en sus prácticas licenciosas sin tener que sufrir las consecuencias.
El “consejo” al que no consultaron es el profeta. “Pero no de mí” dice el Señor que se disgusta con la mala decisión de Israel. “Pero la fuerza de Faraón será vuestra vergüenza; y el refugio a la sombra de Egipto, vuestro oprobio”.
El Señor predice que la ayuda de Egipto será en vano e inútil; por tanto, yo lo he llamado “Rahab, la inmóvil”. significa que no deberían tomar acción alguna para establecer una alianza con Egipto, y más bien confiar en el Señor tal como les instruyó el profeta. La súplica de Judá a Egipto sería rechazada, puesto que Egipto no podría sacar ventaja alguna si proporcionaba ayuda y protección a Judá. Por tanto, “Se avergonzarán todos de un pueblo que no les sirve de nada, ni los socorre ni les trae provecho; antes les será para vergüenza y aun para oprobio”.