Dios se acerca a los que son agradecidos

Efesios 5:19-20

Cuando le damos gracias a Dios, por la respuesta a una oración, que todavía no se ha manifestado, estamos demostrando verdadera fe. Dios se acerca a aquellos que son agradecidos… a pesar de todo.

Tu gratitud es la voluntad de Jesús en toda circunstancia. Él no espera que disfrutes del sufrimiento. ¡NO! Pero recuerda… Tú necesitas confiar en él.. Pase lo que pase, da las gracias. Esa es siempre la actitud apropiada, que hace, que Jesús quiera acercarse más a ti.

Efesios 5:19-20 dice: Hablen entre ustedes con salmos, himnos y cánticos espirituales, canten y alaben al Señor con el corazón, y den siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

El oficio del hermano Lorenzo era lavar platos y ollas, pero decidió dejar que la gratitud y la adoración fluyeran constantemente a través suyo. Y como resultado, estaba tan lleno… y tan rodeado por la presencia de Dios, que la gente buscaba su sabiduría, y gozaba de su compañía.

Una de las claves más importantes, de la experiencia que el hermano Lorenzo tenía con la presencia de Dios, era la gratitud. El aprendió a dar gracias hasta por las ollas y platos, que necesitaba lavar a diario.

Lorenzo comenzó a ver la vida como un regalo, y a relacionarse con Dios, como el dador de ese regalo. Dios se apresuraba a encontrarse con Lorenzo en esa actitud. Lorenzo se hizo conocido por vivir una vida totalmente saturada por la presencia de Jesús.

Dale gracias a Dios siempre por todo. No finjas gratitud por circunstancias dolorosas. Más bien, ten la seguridad de que Dios estará contigo en medio de ellas, y que todo en la vida, hasta las cosas más difíciles terminarán saliendo bien. ¡Todo apunta a tu favor! Jesús dispone todas las cosas para el bien de aquellos que lo aman. ¡Eso es digno de tu gratitud!

Un corazón que puede ver esto, y responder con agradecimiento, es un corazón que Dios busca llenar. Y esto convierte cada tarea, cada relación, y cada momento en un encuentro con Jesús.

Lucas 17:15-16, dice: entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió alabando a Dios a voz en cuello, y rostro en tierra se arrojó a los pies de Jesús y le dio las gracias. Este hombre era samaritano.

Como pueden ver, la gratitud es fundamental en la vida cristiana. La gratitud es una respuesta consciente, que viene cuando miramos más allá de nuestras bendiciones… y miramos a la fuente de toda bendición.

Como cristianos, hemos sido perdonados, salvados de la muerte, y adoptados como hijos de Dios. ¡Qué mejor razón para estar agradecidos a nuestro Dios!

Los leprosos, en la época de Jesús, eran marginados socialmente. Su condición, tan contagiosa, los marginaba de todos aquellos que amaban. Cuando diez leprosos se encontraron con Jesús, le imploraron desesperadamente a que les mostrara misericordia.

Entonces Jesús los mandó donde el sacerdote. Y a lo que obedecían, ¡fueron sanados!

Estos diez hombres habían estado prohibidos de entrar a sus propios pueblos, a vivir en sus propias casas, a trabajar en sus propios trabajos, y hasta de tocar a sus propios hijos. ¿Se imaginan la alegría tan maravillosa que debe de haberlos llenado… a lo que corrían de regreso a su casa de nuevo?

Uno de los leprosos, un samaritano, paró y regresó corriendo para darle las gracias a Jesús. Normalmente, los samaritanos eran evitados por los judíos, ¡pero Jesús lo había sanado! Jesús le preguntó: “¿Dónde están los otros”? Diez leprosos habían sido sanados. Diez leprosos se estaban deleitando de su curación.

Diez hombres estaban corriendo llenos de alegría para compartir las buenas noticias con aquellos que amaban. Pero SÓLO UNO consideró a la fuente de la bendición, y paró para agradecer y adorar, al que le había devuelto su vida.

Nosotros también hemos sido sanados por el Salvador. Ahora somos libres de gozar la vida abundante que nuestro Salvador nos ha dado tan gentilmente. ¿Podríamos nosotros, como los nueve leprosos, salir corriendo a gloriarnos de nuestras bendiciones, sin parar para agradecerle a nuestro Redentor? ¡Dios busca nuestro agradecimiento!