Dios es nuestra roca y castillo de refugio

La base para las reflexiones de este mes de octubre se encuentra en el Salmo 31:1-2. El salmista David suplica al Señor que incline su oído para que escuche sus súplicas. Este salmo, nos enseña que después de agradecer a Dios por su misericordia, debemos suplicar con humildad que nos ayude a resolver nuestras angustias.  El versículo uno dice así: “En ti, Señor, busco refugio”; y el verso dos suplica ser escuchado: “Inclina a mí tu oído”. Aunque estamos frente a dos versículos, la estructura es una: la búsqueda del favor divino.

En este mes rememoramos la Reforma Protestante (1517 – 1648), la cual fue profundizada por el monje agustino, Martín Lutero. El salmista afirma: “Porque tú eres mi roca y mi castillo” (v.3) y me hace recordar la letra del himno de batalla de este reformador: “Castillo fuerte es nuestro Dios, defensa y buen escudo”. Porque tanto el salmista David, como el reformador Lutero estaban en estado de angustia y persecución; por tanto, era la ocasión de pensar en el refugio que sólo Dios puede dar, porque él es la Roca de nuestra salvación. Con este salmo, estamos en una de las porciones más ricas de la Palabra de Dios, especialmente, en relación con el propósito de Dios para su pueblo.

Hay 73 salmos en la versión hebrea que dicen: “Salmo de David”, 12 «de Asaf», 11 «de los hijos de Coré», 2 «de Salomón», otros «de Moisés», Hemán y Etán y 35 sin autor. Probablemente, David compuso la música de sus salmos. Cada uno tiene un significado especial para nosotros. Estas palabras tan antiguas se adaptan especialmente a las presiones, tensiones y otros males de la vida diaria en la sociedad del siglo XXI.

En el libro de los salmos, leemos muchas de estas experiencias, y nosotros los cristianos tenemos también aflicciones. Este es un salmo que nos habla de las dificultades de David. También mira hacia el futuro y nos habla de las dificultades que vendrán a la nación de Israel en la gran tribulación. Finalmente, nos habla del presente, de las dificultades que tenemos los cristianos en la actualidad. Tiene pues, un mensaje para todos, como podemos apreciar. Por eso, cuando en la noche estemos sin poder dormir, recordemos que siempre es aconsejable leer los Salmos, especialmente los de esta sección, porque en ella encontramos gran consuelo y mucha ayuda. Leamos entonces lo que dice el Salmo 31, porque es un gran salmo el que tenemos ante nosotros. Dice en el primer versículo:

“En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; Líbrame en tu justicia.” Este clamor nace del corazón del salmista: ¡Líbrame de tu justicia! David sabía que Dios no iba a cambiar sus normas para salvar a los pecadores. El pecado requería un castigo, y por eso Dios puede salvar a los pecadores porque su Hijo Jesucristo ya pagó el castigo por el pecado.

David continúa en el versículo 2: «Inclina a mí tu oído, líbrame pronto. ¡Sé tú mi roca fuerte y la fortaleza para salvarme!» Nosotros necesitamos una roca fuerte y no la falsa ayuda de un ser extraño. El Señor Jesucristo dijo en Mateo 16:15-18: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán”. La confesión de fe de Pedro es la Roca sobre la cual Cristo edificó su Iglesia. Cristo es la Roca, no Pedro.