Bautizados y llenos del Espíritu Santo

Las reflexiones para este mes de noviembre estarán enfocadas en Hechos 2:46, en el cual Lucas nos relata la experiencia de los primeros creyentes, después del Día de Pentecostés, en Jerusalén; y como consecuencia, fue el día en que nació la Iglesia de Jesucristo con creyentes bautizados y llenos del Espíritu Santo.

El evangelista Lucas nos relata que aquel día se unieron al grupo de creyentes como tres mil personas y que cada día se unían a la congregación los que habían de ser salvos. Pero lo que pasó ese día no fue producto de la emoción pentecostal. Dice el escritor que todos ellos, 1) perseveraban unánimes, 2) se congregaban en el Templo, 3) partían el pan juntos en las casas de los nuevos creyentes y, por supuesto, 4) compartían las comidas (el pan) con alegría y sencillez de corazón.

He aquí un verdadero manual que hay que tomar en cuenta para la membresía de la iglesia, tomando en cuenta que los miembros de una iglesia local pasan a ser parte importante de la Iglesia Universal. Sin duda, pocas veces somos conscientes que cuando la iglesia local autoriza a un candidato al bautismo, también lo está autorizando para ser miembro de la Iglesia Universal de Jesucristo.

El evangelista Lucas afirma que aquella multitud que experimentó el bautismo con agua y con el Espíritu Santo, cuando regresaron a sus respectivas regiones, por donde iban pasando iban compartiendo el mensaje del Evangelio de Jesucristo.

Por lo tanto, las tres mil personas que creyeron el Día de Pentecostés no se quedaron en Jerusalén congregados en una mega iglesia de tres mil personas escuchando los mensajes de los apóstoles, sino que gran parte de ellos compartían el mensaje en sus lugares de origen.

Para concluir, pensemos por qué ese grupo de creyentes fue tan fuerte espiritualmente. Sin duda, esta clase de vida que se menciona aquí, casi no podría llevarse a la práctica en la actualidad, porque hay demasiados cristianos que, lamentablemente están más controlados por los negocios o por la manera de obtener más dinero que por involucrarse en las tareas de la iglesia a la cual pertenecen. Con razón nuestro Señor añadía a la Iglesia los que habían de ser salvos.