Enséñame tus estatutos.
Para obtener una visión más completa del versículo 63 del Salmo 119, el cual es el énfasis de este mes, debemos ampliar la lectura de los versículos que siguen. El Salmista disfrutaba de un compañerismo especial entre aquellos que honran y guardan la palabra de Dios, de los que guardan tus mandamientos. Este maravilloso compañerismo es el testimonio de muchos cristianos, quienes experimentan un caluroso compañerismo a través de las razas, clases, nacionalidades y educación.
“Estos, entonces, son el pueblo de Dios; y una unión con él es, de hecho, unión con ellos . . . El encontrarse con un cristiano y extenderle una cortesía ordinaria, sin estar en la unidad de corazón, es una señal de un andar fuera del espíritu con Dios.” “David era un rey, y aún él confraternizaba con ‘todos’ los que temían a Jehová, tuvieran o no fama, fueran pobres o ricos. Él era un compañero plebeyo del Colegio de Todos los santos.” (Spurgeon)
“Si entonces, no nos avergonzamos de profesar el ser cristianos, no disminuyamos nuestro andar en el compañerismo con cristianos. Aun cuando éstos muestren algunas características repulsivas de carácter, ellos llevan la imagen de él, de quien profesamos amar.” (Bridges)
De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra: Al haber experimentado este amplio compañerismo, el salmista sintió la bondad de Dios llenando la tierra. Esta experiencia de la misericordia incrementó su deseo de conocimiento y obediencia (enséñame tus estatutos).
De nuevo vemos el curso de un ciclo sin fin. La búsqueda de Dios en y a través de Su palabra conduce hacia la satisfacción y bendición. Esa satisfacción y bendición conducen hacia una búsqueda más profunda, conduciendo a su vez hacia más satisfacción y bendición. Cuando uno vive en este glorioso ciclo, se siente como si toda la tierra estuviera llena de la misericordia de Dios. Es una vida gloriosa, bendecida, con la experiencia de la misericordia alrededor de todo.
La palabra de Dios trae beneficio de un tiempo de aflicción; así como de una oración de alabanza y petición: Bien has hecho con tu siervo, Oh Jehová, conforme a tu palabra. Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído. Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra. (Salmo 119:65-67)
Bien has hecho con tu siervo, oh Jehová, conforme a tu palabra: Esta sección comienza con una nota de gratitud. El salmista se halla agradecido por el buen trato de Dios hacia él, y que esto ha llegado conforme a tu palabra.
No pensamos mucho en ello, pero es maravillosamente cierto que “Bien has hecho con tu siervo, oh Jehová.” Piensa en todas las maneras en la que Dios ha tratado bien con nosotros. Él nos ama, Él nos escogió, Él nos llamó, Él nos acercó a Sí mismo, Él nos rescató, Él nos declara justos, Él nos perdonó, Él colocó a Su Espíritu en nosotros, Él nos adoptó en Su familia. Él nos hace reyes y sacerdotes y colaboradores con Él, y Él recompensa todas nuestras obras hechas hacia Él.
Conforme a tu palabra implica que el salmista no solamente conocía las promesas de Dios, y que rogaba por ellas en oración (como en Salmos 119:49); él también recibió las promesas por fe, y las experimentó. Recordamos cuando María le dijo al ángel Gabriel – quien le acababa de hacer la gloriosa promesa de que ella llevaría al Mesías – “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.” (Lucas 1:38)
Esto debiera de ser la experiencia de vida en cada hijo de Dios. Ellos saben que Dios ha hecho bien con ellos, y saben que esto ha sido conforme a Su palabra. “Cuando nosotros así estamos cosechando la fructífera disciplina de la escuela de nuestro Padre (Hebreos 12:11), ¿no debemos de poner un sello fresco para nuestro testimonio – Bien has hecho con tu siervo, oh Jehová? ¿Pero por qué hemos de retardar nuestro reconocimiento hasta que salgamos de nuestra prueba? ¿No se lo debemos de reconocer aún en medio de nuestra crisis?’” (Bridges)