Desvío del objetivo principal

Continuamos nuestro estudio de 1ª Corintios 1:9. Los domingos anteriores hemos leído las condiciones culturales y espirituales de esta iglesia. También hemos visto que Pablo está interesado en ayudarles a resolver los problemas expuestos por ellos mismos.

Examinemos ahora cómo se divide esta epístola: En los primeros 9 versículos se incluyen el saludo y acción de gracias; tenemos la condición de la iglesia en Corinto. En esa sección, que se extiende desde el 1:10 al 11:34, el apóstol Pablo trató sobre el bajo nivel espiritual de los corintios.

Pero, desde el capítulo 12 hasta el 16, vemos que Pablo habló sobre asuntos espirituales; concretamente, sobre los dones espirituales. Y estas cosas espirituales son mucho más importantes, cuando la iglesia se enfoca en su objetivo principal. Lo que es de real importancia, y creemos importante destacar, es que hace más de dos mil años la iglesia de Corinto estaba acosada por problemas carnales. Los creyentes habían perdido de vista su objetivo principal y se habían apartado de la persona de Cristo. En consecuencia, estaban abrumados con esos problemas.

Es realmente impactante descubrir que los problemas de la iglesia hoy son los mismos que tenía la iglesia en Corinto hace más de dos mil años. Y creemos que el verdadero problema hoy es que hemos perdido de vista la centralidad de Cristo crucificado en la vida de la iglesia. Hemos igualmente descuidado el señorío de Jesucristo, en la vida del creyente. Esos eran los problemas entonces, y continúan siéndolo en la actualidad. Por lo tanto, consideramos que el estudio de esta carta del apóstol Pablo es relevante para nuestros días. Creemos que es conveniente que comencemos ahora a ver qué se nos dice aquí en 1ª Corintios 1:1-8

El tema general de este capítulo destaca que el reconocimiento de la centralidad de Jesucristo crucificado constituye el correctivo para las divisiones. 

Dios llamó a Pablo para ser apóstol de los gentiles. Dios lo llamó y el Señor Jesucristo lo alcanzó en el camino a Damasco. Después, el Espíritu de Dios le enseñó en el desierto de Arabia. Pablo era un apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios fue la que lo convirtió en un apóstol.

Eso es lo importante y es maravilloso poder decir: «Estoy donde estoy y hago lo que hago por la voluntad de Dios». Y no me siento frustrado. Claro, podemos tener problemas, y experiencias inquietantes ocasionalmente, pero en el fondo, el corazón rebosa de satisfacción. Y fue con ese sentimiento, con esa certeza, que Pablo pudo afirmar que era un apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios.

Y también se menciona aquí a «nuestro hermano Sóstenes». Aparentemente, Sóstenes había traído a Pablo el mensaje de la iglesia de Corinto y ahora él iba a llevar el mensaje de Pablo a la iglesia; por eso, él se unió a Pablo en enviar estos saludos…»a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro».

La carta era para «la iglesia de Dios». Se la llama así porque Él es el arquitecto que diseñó a la iglesia. El mensaje iba dirigido «a los santificados en Cristo Jesús».

Aunque la iglesia estaba situada en Corinto, estaba en Cristo Jesús, unida a Él. La dirección de la carta no era importante, pero la persona de Jesucristo era sumamente importante. ¿Qué quiere decir ser un creyente, un cristiano? Quiere decir, estar en Cristo, unido a Cristo. El lugar de este mundo donde uno resida es puramente incidental. Los problemas que experimentemos son también incidentales y temporales. La pregunta clave es entonces: ¿Estamos en Cristo Jesús?.