El amor, esencia de toda virtud

La gran doctrina enseñada aquí es que toda la gracia o virtud que le es dada a la persona en la salvación (misma que distingue a los cristianos de los demás) está resumida en esta sola cualidad, el amor. Este amor es tan esencial que sin él todas las demás cualidades o virtudes de nada sirven. El amor es la cosa principal y todas las demás virtudes están incluidas o implícitas en él.

El verdadero amor cristiano siempre está basado en el mismo principio no importando su objeto, su grado o su modo de expresión; otras manifestaciones del amor que surgen de otros principios, motivos y perspectivas.

El Espíritu Santo quien influye en el corazón del cristiano en todos los aspectos distintos de esta virtud, su obra es una sola y nos conduce  a amar a Dios y  al hombre en un solo acto. 

Además cada faceta del amor cristiano surge de un solo motivo —amor por Dios y su excelencia, hermosura y santidad. Amamos a los hombres caídos porque fueron creados a la imagen y semejanza de Dios, amamos a los hombre redimidos porque se asemejan cada vez más a Dios, amor para con Dios es la base del amor para con los hombres.

El amor nos conduce a obedecer los diez mandamientos y todos los deberes morales están contenidos en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo (Mat. 22. 37-47 ) puesto que el amor es la esencia de nuestro deber, entonces tiene que ser la esencia de toda virtud real.

El hecho de que la fe obra por el amor (Gal.5.6 ) nos enseña también que el amor es la esencia de toda virtud. La fe produce buenas obras y esta obras son motivadas por el amor por lo tanto podemos concluir que el amor es el elemento esencial y distintivo de la fe verdadera.

El amor no es un ingrediente en la fe intelectual pero es la vida y alma de la fe práctica, Una fe intelectual consiste de un sentimiento únicamente del entendimiento mientras la fe práctica  consiste en la sumisión del corazón.
( 1 Juan 5-1 ).

— Hno. René Mercado O. Maestro Doctrina
Renovación Año 5 – Edición 9