Hoy los cristianos celebramos un evento especial en la vida de nuestro Señor Jesucristo: el poder de Su Resurrección. La resurrección de Cristo Jesús demuestra que él venció la muerte. La muerte es el castigo justo por los pecados de cada uno de nosotros (Romanos 6:23). Pero la resurrección de Cristo garantiza nuestra propia resurrección. Cristo resucitó porque la muerte no podía retenerlo. No tenemos que temer al castigo que viene después de la muerte. Pablo pregunta 1 Corintios 15:55-57: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
La resurrección de Cristo significa que los creyentes están unidos con él (2ª Cor. 4:14). Cuando creemos en Cristo, somos unidos con Él por la fe. La unión con Cristo significa que cuando Dios nos mira, Él no ve nuestra pecaminosidad, sino la justicia de Cristo. Significa que hemos muerto con Él y vivimos con Él (Romanos 6:8). Esta unión solo es posible a través de la resurrección de Cristo.
La resurrección de Cristo prueba que el evangelio es verdadero (1ª Cor.15:1-4). El hecho que Jesús vive hoy significa que Él es poderoso para salvar. Este fue el argumento de Pablo en 1ª Corintios 15, donde él defiende la verdad de la resurrección dando una explicación que el evangelio cristiano depende de ella: “14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. 17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos”. 1ª Corintios 15:14, 17-18.
Pablo explica que la resurrección no es solo una parte fundamental del evangelio, sino que es el pegamento que sostiene cada parte del evangelio. Sin la resurrección, los cristianos creerían en vano y no tendrían esperanza. Pero Cristo ha resucitado y ahora tenemos la esperanza del perdón de nuestros pecados, el derecho de estar bien delante de Dios, y la vida eterna por medio de Cristo.
”[Jesucristo] fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos…” (Romanos 1:4). Si Jesús hubiera muerto y hubiera quedado muerto, habría sido como los millones que vinieron antes de Él, y como los millones que vendrían después. Por tanto, Su resurrección prueba que Él es alguien único en la historia del mundo: el Hijo de Dios.
La resurrección de Cristo significa que Dios derramará el Espíritu Santo en los corazones de los que creen. Después de la resurrección y ascensión de Cristo, Él mandó el prometido Espíritu Santo para continuar su obra en esta tierra. El ministerio terrenal de Cristo continua hoy a través de sus hijos, en quienes mora el Espíritu Santo. Cristo ayudará a su pueblo por el Espíritu, dándoles fuerzas, convicción y la guía para vivir una vida que agrada a Dios. “Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen”, (Hechos 2:33).
Los cristianos tenemos una esperanza tremenda porque nuestros pecados han sido borrados y somos justificados delante de Dios. Hemos pasado de ser enemigos de Dios a hijos perdonados por Dios con una herencia eterna que nadie puede quitar “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos” (1ª Pedro 1:3-4). De manera que la resurrección de Cristo Jesús significa que resucitaremos al igual que él.