El sacerdocio de todos los creyentes

1ra. Pedro 2:9-10; Gálatas 3:26-28

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” (1ª Pedro 2:9)

Los Bautistas insisten en que todos los que creen en Jesús como Señor y Salvador son sacerdotes. El concepto del sacerdocio de los creyentes es fundamental para los Bautistas. Como sucede con otras creencias importantes de los Bautistas, hay interpretaciones variadas en cuanto a lo que quiere decir este concepto, pero el oficio del sacerdocio es para anunciar las virtudes de quien nos salvó.

En el Antiguo Testamento, los sacerdotes eran responsables por ciertos elementos de la adoración, como el sacrificio de animales y servían como mediadores entre el pueblo y Dios. Sin embargo, sólo el Sumo Sacerdote era el único que podía entrar en el Lugar Santísimo del templo de los judíos.

Con la vida, muerte y resurrección de Jesús, todo esto cambió. Ya no era apropiado el sacrificio de animales porque Cristo, el Cordero de Dios, se entregó en sacrificio por el pecado. Esto fue un acto de una vez por todas y ahora nosotros podemos allegarnos ante el Trono de la Gracia de Dios.

En la crucifixión de Jesús, el gran velo del templo “se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mateo 27:51), indicando que Jesús, el Sumo Sacerdote, ahora mediaba entre Dios y los hombres (Hebreos 7:23-8:13). Ya no eran necesarios sacerdotes como los del Antiguo Testamento. Sin embargo, ser sacerdote también trae responsabilidad. El sacerdote creyente tiene la responsabilidad de dar testimonio del amor de Dios encarnado en Jesucristo y de demostrar el amor de Dios al ministrar a las personas en su nombre. Esta responsabilidad se lleva a cabo de varias formas por los Bautistas, como por el evangelismo, las misiones transculturales, el ministerio, y la acción social en beneficio para otros.

Para los Bautistas el concepto del sacerdocio de los creyentes viene del Nuevo Testamento. Con base en varios pasajes del Nuevo Testamento, los Bautistas han insistido que toda persona que cree en el Señor Jesucristo tiene acceso directo a Dios, y cada uno es responsable ante Dios de manera directa. Los creyentes son todos iguales los unos a los otros en Cristo (Gálatas 3:26-28). Cada sacerdote creyente tiene la responsabilidad de estar comprometido con Cristo y de compartir a Cristo con palabras y hechos. Como declaró Pedro: “para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1ª Pedro 2:9).

Por lo tanto, una iglesia tiene en potencia muchos sacerdotes quienes comunican el amor y perdón de Dios, y que demuestran interés y compasión los unos por los otros.

El Nuevo Testamento también habla del sacerdocio de los creyentes como parte del cuerpo de Cristo. Forman parte de una comunidad de creyentes y están relacionados los unos con los otros como hermanos y hermanas en Cristo.

Este aspecto comunal del sacerdocio de los creyentes resalta el hecho de que ser cristiano implica comunión con otros creyentes. Esta comunión funciona para animar y ayudar al creyente en su crecimiento cristiano y su ministerio. La comunión de los sacerdotes creyentes también facilita la interpretación de la Biblia y el entendimiento de la voluntad de Dios. Aunque cada sacerdote creyente puede y debe leer e interpretar la Biblia por sí mismo, el creyente competente y sabio buscará la sabiduría y el entendimiento de otros sacerdotes de mayor experiencia.

El modelo Bautista de la iglesia descansa sobre el concepto del sacerdocio de los creyentes. De modo que las decisiones se toman por la comunidad de sacerdotes buscando conocer la voluntad de la Cabeza de la iglesia, el gran Sumo Sacerdote, Jesucristo; y lo hacen por medio de la oración, el estudio de la Biblia y la meditación.