El Señor apacienta a su pueblo con su cayado

Miqueas 7:14

Durante el reino milenario todas las naciones vendrán a Sión, incluso Asiria, el enemigo del pasado. Dijo Miqueas en 4:2, «Vendrán muchas naciones y dirán: Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob; él nos enseñará en sus caminos y andaremos por sus veredas; porque de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra del Señor».

Sin embargo, Miqueas les recordó que antes de este tiempo de bendición vendría sobre ellos el castigo. Y dice el versículo 13: «Y será asolada la tierra a causa de sus moradores, por el fruto de sus obras.»

Se puede ver que la tierra y el pueblo estaban completamente vinculados. Aquella tierra no estuvo siempre desolada, como lo está hoy. Cuando la bendición de Dios venga sobre el pueblo, también vendrá otra vez sobre la tierra, pero esa bendición todavía no ha llegado.

Oración final

Entonces Miqueas, de una forma extraordinaria encomendó a su pueblo al cuidado del Pastor divino. Leamos el versículo 14 de este séptimo capítulo de Miqueas:

«Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en la montaña, en campo fértil; que sean apacentados en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado.»

Veamos la primera frase: «Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad». En Miqueas 6:9, el cayado era un cayado de juicio; aquí, es un cayado de consuelo, como también en el Salmo 23:4, que dice: «Tu vara y tu cayado me infundirán aliento». Y pensamos que esta frase se refiere a la vara, al cayado que utiliza el pastor, que podía utilizarse de dos maneras: para proteger y ayudar a las ovejas, y también para disciplinar a las ovejas. Volviendo a nuestro pasaje de Miqueas 7:14, aquí dice «Apacienta tu pueblo con tu cayado». Pensando ahora en nuestra condición actual, podemos decir que Dios nos disciplina, y nos instruye.

El versículo 14 continúa diciendo: «que mora solo en la montaña, en campo fértil; que sean apacentados en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado». Éstas eran grandes tierras fértiles de pastoreo, en el norte y al otro lado del río Jordán.

Miqueas se había aproximado a Dios con una hermosa sumisión y para una confesión de pecado, confesión de sus pecados y de los pecados del pueblo. Los profetas se identificaron siempre con el pueblo en cualquier confesión de pecado. Y ahora llegamos a otro párrafo, que hemos titulado:

La respuesta de Dios

Dios respondió a la oración del profeta. Siempre han surgido preguntas al tratar de determinar a qué se refiere este pasaje, pero la mayoría de los expositores bíblicos han llegado a un consenso y creen que se proyecta hacia el futuro, y al día en que el Señor Jesús venga a establecer Su reino. Y ahora leamos el versículo 15: «Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto.»

Dios guió a Israel al salir de Egipto por medio de un milagro, pero Él no los sacó de Babilonia de forma milagrosa. No se mencionaron milagros en relación con esa salida, aunque el regreso de ellos a la tierra fue un hecho extraordinario. Fue la liberación de Egipto la que constituyó un milagro, y Dios dijo aquí que este evento sería como un modelo para el día en que Él los traiga nuevamente a la tierra. Y tenemos que reconocer que no hemos visto nada parecido a aquel evento milagroso en el retorno actual de los judíos a esa tierra. Por lo tanto, también debemos reconocer que Dios no ha cumplido aún esta profecía.

Aquí tenemos una pequeña profecía; y en los versículos 15 al 17, se prepara el camino para ese gran versículo 18, el cual consideraremos después.

Así que los versículos 15 al 20, pondrán punto final a esta breve profecía de Miqueas que hemos estado estudiando durante este mes. Y como es nuestra costumbre, le sugerimos leer Miqueas 7:18: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia”.