El Señor salva a quienes se acercan a Él

EL SEÑOR SALVA A QUIENES SE ACERCAN A ÉL

Nuestro estudio de la epístola a los hebreos se ha centrado en el capítulo 7, verso 25, en donde hemos leído que Jesús salva a quienes se acerca a Él. El pasaje continúa afirmando que quienes se acercan son salvos perpetuamente y que Él vive para interceder por ellos.

Pero para interceder por nosotros necesitamos a un sacerdote que sea superior a los sacerdotes del Antiguo Testamento, los cuales tenían que ofrecer sacrificios de animales por ellos mismos y después por el pueblo. Pero el autor de la epístola a los hebreos nos presenta a un Sumo Sacerdote que es superior a aquellos sacerdotes de la tribu de Leví y del linaje de Aarón: el Hijo de Dios.

Y hablando de sacerdotes, el escritor nos presenta al sacerdote Melquisedec.

“Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo”.

Notemos lo que Melquisedec dijo en Génesis capítulo 14 y versículo 19: «Y le bendijo, diciendo: bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra». Nosotros los creyentes y no creyentes vivimos en un universo que le pertenece a Él. Él es el dueño y ha dicho que todas las cosas son nuestras. Sí, son nuestras, pero no para causar su destrucción por medio de nuestra manera de tratar la Naturaleza. Hoy los humanos hemos contaminado todo cuanto existe en la Naturaleza: el suelo, subsuelo, aguas superficiales y subterráneas, el aire que respiramos se ha vuelto dañino para nuestra salud, porque lo hemos contaminado. Y aun más, los hombres de ciencia han contaminado la atmósfera, estratósfera y más allá, con la basura espacial que producen sus sondas y naves espaciales, su estación espacial y demás inventos modernos.

Dios le dijo al patriarca: “bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra». Porque Abraham era un fiel y obediente siervo de ese Dios creador, el sacerdote Melquisedec le recuerda que su Dios es creador de cielo y Tierra. Y nosotros como habitantes de este Planeta somos responsables, somos mayordomos, no dueños; pero quienes manejan las riquezas de este siglo le han puesto precio a la Tierra y a los recursos naturales; le han puesto precio al agua, al aire y a los minerales que son el subproducto.

Ahora las potencias del mundo, ayudados por los investigadores científicos, están tratando de explotar las minas de oro, hierro y níquel de los asteroides y otros planetas menores, porque dicen que pueden suministrar quintillones de millones de dólares. Sin embargo, con sus llamadas investigaciones están destruyendo no solamente la Naturaleza, sino la vida misma en nuestra Tierra.

Pero esos científicos se han propuesto negar a Dios como el Creador del Universo, y como el Dios salvador y sustentador de nuestras vidas. Para ellos importa el dinero que alimenta las riquezas injustas y se olvidan que somos meramente mayordomos de todo cuanto existe. Se han olvidado del mensaje de Dios por medio de Jesucristo. Por eso, nos recuerda a los cristianos que tenemos un Gran Sumo Sacerdote que vive eternamente y que por lo tanto es capaz de salvarnos y de interceder por nosotros.

Pero también nosotros, según la Palabra de Dios en 1ª Pedro 2:9, se nos dice: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Por tanto, debemos ejercer nuestro ministerio como personas salvadas perpetuamente, por medio del Sumo Sacerdote, el Hijo de Dios.