El verdadero significado de la navidad

Lucas 2:8-14

La palabra ‘Navidad’ viene del latín “Nativitas, nativitatis” que significa nacimiento. En Navidad se conmemora el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero esta fecha la han comercializado y han olvidado el verdadero significado cristiano. El nacimiento del Mesías significa paz, gozo, esperanza en nuestros corazones y amor por esta Tierra y para quienes vivimos sobre ella. No amemos la guerra que trae destrucción y muerte, amemos y trabajemos por la paz.

El significado real y único de la Navidad es el NACIMIENTO DE JESÚS EL SALVADOR. La Biblia, la palabra de Dios, nos enseña mucho acerca del nacimiento de Jesús y su propósito: en Lucas 2:1-3: “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.

Había una gran importancia que Cristo naciera en Belén, puesto que esto había sido prometido por Dios en la profecía escrita de Miqueas 5:2. Dios, mediante su presciencia, había anticipado desde la eternidad que este suceso del empadronamiento se diera y, usó estas circunstancias para que se cumpliera la profecía. Ese llamado a empadronarse no fue arbitrario o que los hombres quisieran hacer de su propia voluntad, sino un designio de Dios.

El evangelista Lucas en 2:4-5 relata: “Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta”. José y María probablemente sin saber exactamente los planes de Dios, se dirigieron a Belén para dar cumplimiento a la profecía.

Dios todo lo hace justo y a tiempo, sin margen de error. El salvador que había sido prometido nació en el tiempo exacto: el tiempo de Dios. La Biblia dice en Gálatas 4:4: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley”. Había un tiempo exacto, determinado por Dios en el que el Señor Jesucristo habría de venir al mundo. Cualquier persona hubiese esperado que el Hijo de Dios naciera con grandes lujos y no entre pobreza ni con gran humildad, pero Lucas 2:7 dice: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. ¡Qué triste! El Salvador del mundo, el Hijo de Dios, no tuvo un lugar para nacer, sino un pesebre. Un pesebre es un lugar donde se alimentan los animales, un lugar que por lo general es mal oliente. Pero allí decidió Dios que naciera su Hijo. En pobreza nació el Señor. En 2ª Corintios 8:9 Pablo afirma: “porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros en su pobreza fueseis enriquecidos”. Por amor a nosotros Dios dejó su gloria y tomó forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres (Filipenses 2:7).

Dios, por amor a nosotros dejó su gloria, y no se manifestó primero a reyes ni a sacerdotes ni a líderes religiosos. Mateo 2:1 nombra “unos magos” (magusàioi, en griego), ni reyes, ni tres. Lucas advierte: “había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (2:8). Los primeros en ver al Señor fueron los pastores, personas humildes y de escasos recursos. Eso para indicarnos que Cristo no requiere de grandes fiestas con mucha comida, sino personas con corazones humildes y sinceros.

De nada sirve dar regalos, abrazos y saludos de “Feliz Navidad” si nuestro corazón no tiene amor por Dios, por su Hijo Jesucristo y por nuestro prójimo o hermano, y respeto por quien nos ha dado eterna salvación. Por eso tenemos que dar gracias a Dios en esta Navidad.