Enséñanos a contar nuestros días

Salmo 90:12

Estamos llegando al final del año dos mil diecinueve, pero se nos aproxima otro año: 2020 y nuestra oración debe ser: “Enséñanos de tal modo, Señor a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.

Es siempre un momento solemne cuando nos aproximamos al fin de una etapa de nuestras vidas. Es así para el estudiante que se gradúa. Lo es para el empleado que termina su vinculación con la empresa donde ha trabajado por años. Es verdad en cuanto al profesional que se muda a otra ciudad para ejercer su profesión en un nuevo ambiente. Es solemne para cada uno de nosotros toda vez que tenemos que llegar al final de un año. Es momento para reflexionar en lo que hicimos o no logramos cumplir.

Al llegar al fin de año, miremos atrás y demos gracias a Dios por todas sus bondades. Miremos adelante con fe y esperanza en lo que él seguirá siendo y haciendo para nosotros.

Demos gracias a dios con ánimo, porque Dios no cambia. Por boca de Malaquías Dios habló a su pueblo así: “Porque yo Jehová no cambio” (Mal 3:6). El autor de Hebreos escribe acerca del Cristo que no cambia: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Heb 13:8). Al enfrentarnos con los hechos inseguros y desconocidos de este año que ahora pasa a la historia, podemos estar seguros de que Dios no ha cambiado ni en su carácter ni en sus propósitos. No ha suspendido sus promesas ni sus cuidados. Él es la roca sólida en la cual podemos confiar y sobre la cual podemos afirmarnos y estar seguros cuando las tormentas de la vida nos azoten. Los hombres y las mujeres cambian en sus actitudes. Las familias sin Dios se desintegran. Los negocios quiebran. Las naciones cambian política y económicamente. Los cambios siempre pueden encerrar una amenaza. En medio de todo lo que pueda atemorizarnos podemos estar firmes en la fe de que nuestro Dios, que se ha revelado en Jesucristo, seguirá siendo igual. A todos los hermanos de Filadelfia, FELIZ AÑO 2020.