El texto base para las reflexiones de este mes de septiembre se encuentra en Mateo 22:29 en donde encontramos la reprensión del Señor Jesús a los saduceos, quienes negaban la resurrección de los muertos. Los saduceos le exponen un caso hipotético de una mujer que se casó con siete hermanos y a ninguno le tuvo hijos, y le preguntan que en la resurrección de cuál de ellos será esposa. El Señor les contesta: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios”. O como dice la versión Dios habla hoy: “¡Qué equivocados están, por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios!”
La acusación de Jesús es contra dos hechos: 1) los saduceos, aunque se consideraban religiosos, ignoraban la ley de Moisés en cuanto a la resurrección; y 2) tampoco reconocían el poder de Dios.
En este capítulo 22 hay tres grupos que difieren en religión y política entre ellos, pero que se juntan para atacar al Mesías, a saber: los fariseos, los saduceos y los herodianos. Eran tres tendencias distintas, pero unidos con el propósito de acusar a Jesús y ponerlo en ridículo delante de sus seguidores. Los tres asuntos que representan a los tres grupos son: 1) Interpretación de la Ley de Moisés, según los fariseos; 2) la resurrección de los muertos, puesta a prueba por los saduceos; y 3) el pago de impuestos a Roma, para exponerlo a un problema político-religioso. Jesús con sus sabias respuestas, deja callados a los tres grupos.
Pero para entender mejor nuestro texto base, leamos el contexto más general en el evangelio de Mateo. Como todos sabemos, Mateo es el primer libro del Nuevo Testamento, aunque varios estudiosos de la Biblia afirman que fue Marcos el primero de los evangelios sinópticos, porque Marcos sirvió a Pedro como traductor, y seguramente registró los sucesos tal y como los escuchó de primera fuente; pero un dato importante es que Mateo escribió para los judíos, mientras que Marcos, para los gentiles, desde Roma. Otro dato destacado es que Mateo contiene las reglas y principios para un discipulado digno del Reino de los Cielos. Para eso, basa su Evangelio en cinco sermones principales acerca del Reino: 1) El Sermón del Monte; 2) el Sermón Misional; 3) el Sermón de las Parábolas; 4) el Sermón del Discipulado; y 5) el Sermón del Monte de los Olivos. Y en todo su Evangelio Mateo presenta a la persona de Jesús como el Rey legítimo de Israel.
Sigamos ahora con el contexto inmediato del verso 29 del capítulo 22. El capítulo comienza con una parábola, comparando la invitación a una boda que un rey ofreció a su hijo, con el Reino de los Cielos (22:1 – 14). Obviamente, los fariseos comprendieron muy bien la enseñanza de la parábola, porque se juntan para sorprender a Jesús con preguntas capciosas. Para hacerlo más difícil, se juntan los discípulos de los fariseos con los herodianos y con los saduceos. Los fariseos eran un grupo religioso, inclinado a la política romana, por eso se juntan con los herodianos, que eran un grupo político sometido al César romano; mientras que los saduceos negaban la resurrección. Entonces, le plantean la pregunta si es lícito pagar impuestos a Roma. Jesús los reprende diciéndoles: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Y les pide que le muestren la moneda de curso que contiene la imagen del César. La respuesta es que le den a César lo que le corresponde y a Dios lo debido.
El tercer grupo era el de los saduceos, quienes no creían en la resurrección. Comienzan citando a Moisés, en el capítulo 25:5 – 10 del libro de Deuteronomio, en donde se refiere a la ley de descendencia. Jesús les contesta que ignoran las Escrituras, porque en la resurrección no habrá casamiento, sino que seremos como ángeles. Es éste el contexto de nuestro texto base para este mes: Mateo 22:29. Jesús los avergüenza diciéndoles que son ignorantes de las Escrituras: “Erráis, ignorando las Escrituras” pues Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.