Es tiempo de un inventario

La vida personal del creyente es algo parecido a un negocio, pues Dios nos ha dado talentos que debemos poner a trabajar. Como en un negocio, llega el momento en que el administrador y el contador público son llamados para rendir cuentas al dueño (Lucas 16:1-11). Nosotros como cristianos cada año somos llamados a rendir cuentas a nuestro Padre y dueño de nuestra existencia de cómo ha marchado esa vida. Por eso, como cristianos piadosos, cada fin de año debemos dar gracias al Dios y Padre nuestro y al Señor Jesús por haber tenido abundantes bendiciones, una familia y muchas ganas de cambiar; pero no dejemos que pase la oportunidad de cada año de hacer un inventario. No vivamos una vida apagada en la fe; ni seamos ejemplos de cristianos fracasados, para que los incrédulos no vean con desconfianza y desánimo el ser cristianos.

Pocos son los cristianos que como un fiel contador público lleve un balance de cómo ha ido invirtiendo los talentos que Dios puso a su cargo. El Señor depositó su confianza ciega en nosotros como sus hijos, desde antes de nacer, “desde antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4); pero son contados los cristianos que hacen un buen análisis de su vida y que formulen planes y proyectos para el futuro. Son unos cuantos los cristianos que se han dado cuenta qué talentos ha depositado Dios en ellos y que los estén administrando. La mayor parte de los cristianos sólo tiene excusas, como las siguientes: “es que yo no tengo nada”, “no tengo riquezas, mira en qué condiciones materiales vivo”, “¡ah!, si fuera como mi vecino que es bien inteligente”; o, “cómo me voy a dedicar a Dios si no tengo tiempo”, “porque yo cumplo con mi familia”. Así podríamos citar gran cantidad de expresiones que los cristianos decimos. ¡Vaya hijos en quienes Dios tiene su plena confianza! Porque si lo viéramos con juicio humano nos daría ganas de llorar. Sin embargo, Dios tiene un plan perfecto y no coincide con el de algunos cristianos.

Un objetivo que Dios tiene para nosotros y que olvidamos continuamente, es que Dios nos formó para ser felices, para realizarnos y vivir la plenitud del Espíritu Santo; pero son palabras muy desgastadas para muchos por la constante repetición que hasta pareciera causar cayos; pero, ¿en que beneficia a un cristiano hacer un inventario del año? Hermanos, es urgente y básico hacerlo. Esto va a determinar las condiciones actuales de nuestra vida, un eterno requisito es que tengamos tiempo para hacerlo. Nunca tenemos tiempo para sentarnos una hora siquiera para hacer una reflexión de los motivos por los cuales vivimos, o las razones que nos motivan a vivir, o lo que nos impulsa a trabajar y posteriormente anotar los resultados que tenemos de esa reflexión.

Pero ojalá respondamos con responsabilidad y honestidad a este inventario. No pensemos que vivimos tan mal que nos aterra hacer esa meditación de fin de año. No digamos: “nunca lo he hecho”, bueno es también disponer de una honestidad por lo menos en ese momento lo más fiel posible. Si nunca hemos hecho un inventario en nuestra vida, es ahora el momento de hacerlo. Es cierto que no es fácil hacer una evaluación de cómo hemos vivido en todo un año; pero, ¡urge! ¿Cómo empezar ese inventario? Ese inventario no necesita ser muy sofisticado, pero debe ser sencillo y veraz. Bastaría para empezar, pedir perdón por los pecados, por no mostrar amor y compasión por nuestro hermano en la iglesia y por no orar con profunda devoción. Oremos para que nuestro espíritu y alma se dispongan a entrar en inventario en presencia de nuestro Señor y dueño de nuestra vida.

¡FELIZ AÑO 2019 A LOS HERMANOS DE FILADELFIA! De parte del Ministerio de Comunicación y Medios.