Continuamos con Miqueas 7:7 de poner nuestra esperanza en el Señor, porque no siempre es confiable lo que escuchamos, vemos o leemos en los medios de comunicación. Es necesario comprobar cada información que se escucha, se lee o se ve. El hijo de Dios, que quiere agradar al Señor, debería «poner a prueba» hoy todo lo que lee, escucha y ve, porque no se puede confiar en la naturaleza humana, que manipula, engaña, y siempre en provecho propio.
Leamos Miqueas 7:6: «Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa.» Y eso sucede en estos días también.
Esto es exactamente lo mismo que el Señor Jesucristo dijo que sucedería. Y sucederá tal como lo anunció. Y cuando se presente esta situación, será un tiempo de decadencia, de deterioro, un período de ruina moral y espiritual. Será como un día de tinieblas. En la actualidad también sabemos lo que es la desconfianza. Así es que debemos preguntarnos: ¿En quién podemos confiar? ¿A quién podemos creer hoy en día? Miqueas estaba viviendo en una época muy parecida, era una página gris en la historia de este mundo, y eso explica la tristeza del profeta. Una sociedad con tantas carencias de valores absolutos, entristece, y acongoja el corazón. Luego, Miqueas continuó en el versículo 7: «Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá.»
Aquí encontramos la confianza expresada que descansa en la seguridad y la fe en Dios. Miqueas sabía que Dios le escucharía, que Dios iba a intervenir, y que el Señor iba a hacer algo bueno. No es tan importante lo oscuro y tenebroso que nos parezca el día, ni cuán grandes son las olas embravecidas que nos rodean. Señalamos el hecho de que el Señor había dicho que las tensiones en las naciones iban a ir en aumento como las olas de un mar embravecido, y que iba a haber una gran confusión. Pero, todas estas circunstancias tan violentas no deberán molestar o perturbar a un hijo de Dios. No debería desviar su confianza y esperanza en el poder y en las promesas de Dios. El corazón de los hombres, y de las mujeres en el presente está conmovido a causa del temor, y ellos están observando con preocupación estos eventos que vendrán sobre la tierra. Y parecería como si los poderes celestiales fueran sacudidos; y Él dijo que cuando comenzaran estas cosas, y por cierto que hemos apreciado los comienzos de estos eventos, entonces, deberíamos levantar nuestras cabezas, porque se acerca nuestra redención (como leemos en Lucas 21:26, 28). Y el profeta Miqueas dijo aquí: «Mas yo al Señor miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá». Estos son los días en que los hijos de Dios deben permanecer muy cerca de Él. Debemos permanecer cerca de la Palabra de Dios. Veamos ahora lo que nos dice el siguiente versículo 8 de este capítulo 7 de Miqueas: «Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, el Señor será mi luz.»
Este es uno de los grandes principios que encontramos a través de toda la Escritura. Y es el siguiente: que, aunque el/la creyente en Dios puede caer, Dios le levantará. Y además, cuando estamos en tinieblas, el Señor será una luz para nosotros. Por esto, queremos repetir que nosotros debemos permanecer cerca de la Palabra de Dios en días difíciles y tenebrosos.
Luego, en el versículo 9, el profeta hizo una confesión a Dios a favor de su pueblo. Y ésta es en realidad una expresión de sumisión a Dios. Aquí encontramos una dulce sumisión al Señor, y a pesar de la oscuridad, brotó de sus labios una alabanza a Dios. Él acababa de decirle al enemigo: «No te alegres de mí, porque Dios me va a levantar, y luego podré regocijarme, y aunque esté en las tinieblas, el Señor será mi luz».