Es bien sabido que no encontramos un mandato bíblico explícito para celebrar la Navidad. Me sorprende cuando algunos dicen que la Biblia no da ejemplo de celebrar el nacimiento de Cristo. Pero, ¡Los ángeles mismos lo celebraron con un canto! “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Luc. 2:14). Una de las formas en la que regularmente celebramos un evento es cantando. ¿Es la encarnación un evento digno de celebrarse? ¡Por supuesto que sí!
En 1ª Timoteo 3:16 exclama la Escritura: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria”. ¡Qué buenas razones tenemos para celebrar el advenimiento de nuestro Dios, el Verbo de Dios hecho carne! (Juan 1:14)
Cuando Jesucristo nació, el cielo festejó. Los ángeles lo hicieron con un canto, y siendo que los ángeles son mensajeros de Dios, y que solamente hacen lo que Dios les manda, podemos inferir que Dios también celebró el nacimiento de su Hijo. La Palabra nos manda celebrar las obras de Dios (Sal. 89:5; 145:4; Isa. 12:4), y ¡qué obra tan grande es la encarnación de Dios en Cristo!
Por cierto, ¿cuál fue la reacción de los pastores al ver a Jesús? ¡Celebraron! “Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho” (Luc. 2:20).
El ejemplo de los magos. Los magos llegaron tiempo después del nacimiento de Jesús (aunque Mateo no especifica cuánto tiempo). Quizás, en parte, llegaron después debido a que viajaron desde el oriente. Cuando llegan, se postran en adoración, indicando que reconocen a Jesús como Rey, y le ofrecen tres presentes: oro, incienso, y mirra.
Como los ángeles, los pastores y los magos, los creyentes debemos celebrar la Navidad como un tiempo de adoración. Si no hay adoración al celebrar la Navidad, nuestra celebración es mundana.