(Mateo. 22:17-21, Marcos. 12:17; Hechos. 5:29; Romanos 13:17)
Aunque la Biblia no articula completamente una doctrina sobre la separación de la Iglesia y el Estado, sus semillas se encuentran claramente presentes. Jesús por lo menos previó el concepto cuando dijo “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.” (Mateo 22:21). El comportamiento de Jesús fue consistente con sus palabras. Él nunca procuró el dinero de César ni buscó la ayuda de Herodes para su ministerio y su misión. Por eso, ninguna iglesia bautista solicita dinero del Estado para predicar el evangelio, ni para celebraciones especiales.
En muchos pasajes, el Nuevo Testamento delinea los contornos de la separación entre el reino de Dios y el reino del César. La iglesia tiene la tarea de predicar el evangelio (Hechos 1:8), enseñar la doctrina (Mateo 28:20), y disciplinar a los creyentes (Efesios 4:11-13). El Estado tiene la función de repeler el mal (Romanos 13:3) y mantener el orden (1 Pedro 2:13-15). Aunque estos reinos no chocan entre sí, el Nuevo Testamento testifica de un mundo con dos reinos separados –cada uno con sus propias funciones y la generación de sus propias lealtades.
La Biblia contiene las bases para una Iglesia libre en un Estado libre. Para los Bautistas, el concepto de la iglesia libre en un estado libre descansa no en la teoría política ni tampoco en documentos humanos sino en la palabra de Dios. La creencia Bautista en la libertad religiosa y en su corolario, la separación de las instituciones de Iglesia y Estado, nacen de un compromiso Bautista con la autoridad de la Biblia.
¿Qué significan los vocablos “iglesia” y “estado”? El vocablo “estado” se refiere a gobiernos terrenales. La Biblia indica que los gobiernos son establecidos por Dios para llevar a afecto la ley y el orden (Romanos 13:1-5). Los líderes del gobierno deben servir para el beneficio de los ciudadanos (1 Pedro 2:13-14). Los Bautistas y otros cristianos deben honrar y orar por los oficiales gubernamentales (1 Timoteo 2:1-3; 1 Pedro 2:17), pagar impuestos (Mateo 22:17-22; Romanos 13:1-7) y obedecer al gobierno, a menos que tal obediencia esté en contra de la clara voluntad de Dios (Hechos 4:18-20; 5:29). Históricamente los Bautistas han afirmado su lealtad al estado, siempre que éste no actúe en contra de lo que enseña la Biblia.
El vocablo “iglesia” se refiere a organizaciones religiosas. Para los Bautistas esto incluye tanto la congregación local como varias entidades establecidas con propósitos religiosos, como las asociaciones, las convenciones, escuelas e instituciones ministeriales. Los Bautistas enseñan que la naturaleza de la “iglesia” es la de propagar el evangelio de Jesucristo (Hechos 1:8), enseñar doctrina y discipular a los creyentes (Mateo 28:19-20; Efesios 4:11-13), y ministrar en el nombre de Cristo (Mateo 25:31-46). La iglesia debe depender de la espada del Espíritu y no de la del gobierno en el cumplimiento de su misión.
Lo ideal es que la relación de la Iglesia y el Estado sea de beneficio mutuo. Por ejemplo, el estado debe asegurar el orden y la seguridad; los cuales ayudan a la iglesia a cumplir con su misión (Hechos 13-16). Y la iglesia contribuye al orden social positivo, a participar en el desarrollo de ciudadanos respetuosos a las leyes, trabajadores, y honestos (Efesios 4:24-32; 1 Pedro 2:11-17).
Los Bautistas sostienen que este beneficio mutuo se optimiza si las instituciones de la Iglesia y el Estado están separados; y cuando ninguno procura dominar al otro. El estado no debe dictar la doctrina, el estilo de alabanza, la organización, la membresía o el personal seleccionado para el liderazgo de la iglesia. La iglesia tampoco debe buscar el poder ni el sostén económico del estado para fines espirituales. Tal es el modelo que se describe en el Nuevo Testamento.