En la reflexión del domingo diez de este mes finalizamos leyendo acerca de la intensidad del amor de Dios para cada uno de Sus hijos. Pablo decía en Efesios 5:18: “Sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo Las dimensiones de Su amor son incomprensibles, pero aun así, este pasaje nos alienta a que tratemos de entenderlo.
La única forma que podremos conocer este amor, que sobrepasa todo entendimiento, es enfocando nuestros ojos en la cruz del calvario. ¿Cuán ancho es el amor de Dios? Es más ancho que el mar, más ancho que el mundo, más ancho que el universo.
Cuando Dios demostró Su amor, convirtiéndose en hombre y viviendo en esta tierra, ese amor no fue angosto, ni parroquial, ni prescrito por un credo, ni por costumbre.
Jesús amó al hombre rico. Él amó a la mujer que fue sorprendida cometiendo adulterio. Él amó a Herodes, que mató a Juan el Bautista, y se burló de Jesús. Él amó al débil y egoísta Poncio Pilato, cuyo corazón estaba dividido entre la justicia y la ambición.
¡Y MARAVILLA DE MARAVILLAS! ¡ÉL NOS AMA A NOSOTRAS! ¡Su amor es lo suficientemente ancho para abarcar a todos nosotros!
¿Y cuán largo es el amor de Dios? ¿Cuándo comenzó Dios a amarnos? ¿Cuándo comenzó el amor de Dios? ¡El amor de Dios nunca comenzó! ¡Siempre existió! ¡ES ETERNO! ¡Tan eterno como Dios es eterno!
¿Cuán profundo es el amor de Dios? Cristo vino de las imponentes fortalezas del cielo a los recovecos más oscuros de la tumba. Jesús vino de las glorias del cielo… A GALILEA, y estuvo contento de ser criado en un pueblo despreciado, como Nazaret, y de ser conocido como el hijo de un carpintero.
Jesús recorrió el largo y solitario camino de Galilea a Getsemaní, donde lloró ante el horror de nuestro pecado, y el tormento de la cruz, que se aproximaba. ¡EN GÓLGOTA FUE CLAVADO A UNA CRUZ! Jesús fue abandonado por Dios, y aplastado bajo el peso del pecado del mundo. El amor llevó a nuestro Salvador… de la gloria a la tumba.
¿Y cuán alto es el amor de Cristo? El ascendió a la gloria, y está sentado a la mano derecha del Padre. En esas alturas, Cristo reina en esplendor y brillantes. Es adorado y alabado por los santos alrededor del trono.
¿Nos olvidará Jesús, ahora que está en el trono del universo con galaxias girando alrededor de Sus pies… ¡NO! ¡Jesús no nos olvidará! Por eso Él nos ha prometido en Juan 14:3, “Si me voy y les preparo lugar, vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde Yo esté, también ustedes estén.”
Así demostró su amor el Señor por sus discípulos y por los que creyeran por medio de ellos. Pero también el apóstol Pablo en la carta a los efesios muestra una preocupación por esa iglesia para que todos los creyentes estén arraigados y cimentados en el amor.
Otro aspecto que Pablo muestra ante los hermanos de la iglesia de Éfeso es su confianza en la oración. En el versículo 14 exclama: «Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo». Pablo dobla sus rodillas en oración por el profundo interés que él tenía por los efesios. Él quería que ellos entraran en esa gran verdad de esta nueva administración, esta nueva economía en la que vivimos, y que experimentaran todas las riquezas de Su gracia que se encuentran en Cristo Jesús. Él sabía que la oración era necesaria para luego pedirles que estuvieran arraigados y cimentados en amor. Aunque la iglesia de Éfeso demostraba ese amor por la obra misionera en su comunidad y aunque el apóstol sabía que los creyentes efesios estaban en su primer amor, sabía que necesitaban contar con el poder de la oración.