El domingo anterior leíamos que el apóstol estaba consciente que los creyentes de Éfeso necesitaban contar con el poder de la oración. Por eso exclama: «Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en lo íntimo de su ser por su Espíritu; que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.»
¿Nos imaginamos semejante petición del apóstol Pablo a los creyentes efesios? Él sabía que para ser llenos de toda la plenitud de Dios, se necesitaba contar con el poder de la oración.
1). Que los cristianos pudieran ser fortalecidos con poder en lo íntimo de su ser por su Espíritu. La naturaleza espiritual del cristiano necesita oración, así como su parte física la necesita. El apóstol Pablo estaba orando por el interior de la persona, porque él se daba cuenta que la parte exterior de la persona desaparecería.
Nos inclinamos a orar mucho por la parte externa, física. Y es bueno orar por el aspecto y las necesidades físicas de las personas. Pablo lo hizo y oró por sí mismo. Él mismo nos contó que oró tres veces para que removiese un aguijón en su cuerpo. Es hermoso saber que Dios oye y responde la oración.
2). Pablo oró diciendo que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. Esto implica asumir con nuestra mente los pensamientos del Señor. Esto implica una relación de compañerismo, de camaradería con Él, que nos ayuda a conocerle más y que nos revela la voluntad de Dios para nuestras vidas. Por eso, Pablo pudo decir, en Gálatas 2:20, «ya no vivo yo, más vive Cristo en mí».
3). Esta tercera petición es para que los creyentes puedan conocer las dimensiones de ese amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento. El apóstol oró para que ellos estuvieran arraigados y cimentados en amor. Pablo quería que ellos conocieran el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento.
La vasta extensión del amor de Cristo es el amor de Dios mismo. Desde esta plataforma de lanzamiento podemos comenzar a medir aquello que es imposible de medir, y conocer aquello que supera al conocimiento. Ésta es una de las grandes paradojas de la vida del cristiano.
Primero mencionó la anchura. Los brazos de Cristo pueden alcanzar a todos alrededor del mundo. en Juan 6:37, dijo: «al que a mí viene, no lo echo fuera.»
Después el apóstol mencionó la longitud. La línea de la salvación comenzó con el Cordero que fue sacrificado antes de la fundación del mundo, y se proyecta hacia el pasado, el presente, y hacia las interminables dimensiones de la eternidad.
Luego tenemos la profundidad y esta dimensión se dirige directamente hasta la muerte de Cristo en la cruz. El apóstol Pablo dijo en Filipenses 2:8, «Hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»
Y finalmente, como culminación, el apóstol mencionó la altura. La altura llega hasta el mismo trono de Dios. Esta idea se refleja en las palabras de Pablo a los Filipenses 2:6, «Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse».
4).Esta cuarta petición fue como el estallido de un fervor que consumía el corazón del apóstol, que pidió que los Efesios fueran llenos de toda la plenitud de Dios. Cristo mismo fue lleno de ella. En proporción a nuestra comprensión del amor de Cristo, seremos llenos de toda la plenitud de Dios.