“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba: 29 muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas. 30 engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a jehová, ésa será alabada. (Proverbios 31:28-30)
Un dia muy especial durante el año, es el día que se celebra a las madres; pero, ¿por qué será que este día se celebra mucho más que el día del padre? Pues tenemos que reconocer que en muchas familias es la madre la que ha marcado la diferencia en la vida de sus hijos, no el padre. Es la madre la que ha estado a su lado, es la madre quien los ha sacado adelante en la vida, es la madre quien ha forjado sus vidas con esfuerzo y dedicación.
Debemos tener bien claro que la Biblia no dice que todas las mujeres serán madres, pues hay muchas mujeres a quienes Dios ha querido que no tengan hijos, pues tiene otros propósitos para sus vidas; pero sí dice la palabra de Dios que a la mujer que Dios le da la bendición de convertirse en madre tiene que tomar con mucha seriedad esa responsabilidad.
Toda mujer tiene que saber que su papel de madre puede tener un impacto muy grande, tanto positivo como negativo sobre la vida de sus hijos; pues la madre es la primera que da afecto al niño, es la primera maestra, es la primera que disciplina, es la primera que alimenta, y todo esto tiene un efecto muy grande en la vida de sus hijos.
Veamos entonces qué características debe tener una madre que marca la diferencia en la vida de sus hijos; es decir, que su influencia sea de bendición para su desarrollo, y que su influencia sea determinante para que sus hijos e hijas tengan una vida de bendición.
Veamos en la Biblia, las características principales de algunas madres, por medio de las cuales podemos ver qué necesita una mujer para tener una influencia positiva en la vida de sus hijos.
Según Exodo 2:1-10, cuando Jocabed quedó embarazada el decreto de Faraón estaba vigente. Si era niña viviría, pero si era niño tenía que morir. cuando llegó el momento del parto supo que era varón, pero ella valientemente a pesar de todo, decidió esconderlo para preservarle la vida.
En nuestro tiempo, hay muchísimas jocabed, mujeres que a pesar de que su embarazo no sucede en una buena época, soltera, sin dinero, jovencita, rechazada por el padre del bebe, avergonzada por su familia, pero valientemente dicen en su corazón: no lo voy a matar, voy a tener a mi hijo.
Muchas madres quizás no han podido darles a sus hijos una ropa cara, no han podido darles una casa con lujos o una educación en un colegio privado; pero han marcado la diferencia en su vida porque a pesar de todo lo que sufrieron por haber salido embarazadas, decidieron que su hijo tenía que nacer.
Ana, la madre de Samuel, (1ª Samuel 1:26-28 / 2:18-19) oró fervientemente por concebir un hijo pues era estéril, y el Señor le regaló la bendición de ser madre. Pero cuando su hijo nació, lo dedicó al Señor. Lo llevó a la casa de Dios y Samuel creció allí.
Pero el vivir en la casa de Dios marcó una gran diferencia en la vida del joven (2:26 – 3:19). Samuel era un joven agradable a Dios y agradable a las personas, porque la gracia de Dios estaba con él.
Cuantas madres han clamado por tener hijos, pero cuando los tienen, no los traen a la casa de Dios, los dejan en casa, sin ninguna instrucción bíblica. Pero no se dan cuenta de la gran bendición de que nuestros hijos crezcan en el temor de Dios. Qué irónico es que los llevemos al cine, a buenos restaurantes, a buenos colegios, pero no los traigamos a la casa de Dios.