No dejando de congregarnos

Hemos estado reflexionando acerca de Hechos 2:46, porque es un pasaje que nos debe hacer repensar la comunión que debemos practicar como miembros de la iglesia local. Los primeros cristianos perseveraban unánimes cada día en el templo y compartían las comidas con alegría y sencillez de corazón. Es decir, había verdadera hermandad y participación. 

Hoy día ese concepto de la iglesia se está perdiendo. En muchas iglesias se está perdiendo la práctica de congregarse domingo tras domingo y en otros días de la semana, Muchas iglesias tienen una asistencia muy baja a los cultos. De manera que en los Estados Unidos y en otros países, los edificios de las iglesias se están cerrando por la falta de compromiso, de celo evangelístico y por ausencia de sus miembros en los cultos regulares.

Se dice que en los EE. UU. cada semana se cierran entre cien y doscientos edificios de iglesias por las razones expuestas en el párrafo anterior. Pero gracias a Dios, en Sur América, como Brasil, y en África, como Nigeria, y en Asia, como en Corea del Sur, hay un avivamiento que Dios está usando, para la extensión del Evangelio en estas partes del mundo.

Hoy en día, en muchos países desarrollados, en donde la llamada ciencia ha penetrado en las escuelas y universidades, y por supuesto ha contaminado también a algunas iglesias, se piensa que la membresía de la iglesia no es necesaria, no es útil y debemos considerarla como algo del pasado. Pero los primeros cristianos perseveraban unánimes en un ambiente de hermandad y ese testimonio no podía quedar oculto.

Por eso, antes y ahora se hace necesaria la presencia del Espíritu Santo en la vida de cada creyente moderno, para que el Señor siga haciendo su obra, para que el mundo sepa que somos uno en Cristo; y para que cada día el Señor añada a su Iglesia los que deben ser salvos.