Las reflexiones para este mes de diciembre se basan en Romanos 15:20, en donde el apóstol Pablo nos exhorta a predicar el evangelio en lugares en donde Cristo no haya sido conocido, para no edificar sobre fundamento ajeno.
Hoy en día hay muchas iglesias que se dedican a conquistar miembros de otras iglesias, porque su único interés es llenar sus iglesias en número de personas; por eso, esas iglesias inventaron la letra del coro que dice: “No me importa a la iglesia que vayas, si tu corazón es como el mío dame la mano…” Qué ética de anunciador del Evangelio tenía el apóstol Pablo. Muy lejos de aquellos que se dicen ser evangelistas, pero que en la realidad son robadores de miembros de iglesias ya constituidas.
Pero también debemos ver el otro lado de la moneda. Los creyentes que se van a otra iglesia es porque no están firmes en la doctrina que están recibiendo en su iglesia en la cual fueron bautizados y en la cual fueron adoctrinados. Por otro lado, hay creyentes que buscan la fama del pastor y de las fanfarrias de otra congregación, sin importar los principios morales y doctrinales.
La Epístola que el apóstol Pablo escribió a los Romanos es una de las que más ha influido en la historia de la Iglesia en todos los tiempos. En ella se tratan ampliamente las verdades principales del Evangelio: la justificación por la fe, la ley y el Espíritu, la gracia y las obras, la soberanía divina y la responsabilidad humana en la salvación… También analiza el futuro de Israel, una vez que han rechazado a su Mesías. Y termina con una serie de aplicaciones prácticas que abarcan diferentes ámbitos de la vida del cristiano.
Es tan completa la epístola a los romanos, que también tiene instrucciones para los pastores y predicadores del Evangelio. Por eso exhorta: «Y de esta manera me esforcé en predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido anunciado, para no edificar sobre fundamento ajeno. ¡Excelente exhortación de Pablo!