Pentecostés: el nacimiento de la iglesia

Hoy domingo 9 de junio nuestra Iglesia Bautista Filadelfia celebra la festividad de Pentecostés. Para los judíos, Pentecostés conmemora la entrega de la Ley de Dios a Moisés, en el Monte Sinaí, cincuenta días después del éxodo, cuando el Señor liberó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto; pero para los cristianos, Pentecostés significa la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la iglesia cristiana, cincuenta días después de la resurrección de Jesucristo: EL FUNDAMENTO DE LA FE CRISTIANA.

La palabra ‘pentecostés’ significa ‘cincuenta días’ y se origina del latín “Pentecoste”, y esta, a su vez, del griego “πεντηκοστή, pentecosté” en alusión a los cincuenta días que transcurren a partir de la resurrección del Señor.

En el Nuevo Testamento, en Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, se relata el descenso del Espíritu Santo durante una reunión de los Apóstoles en Jerusalén, acontecimiento que marcaría el nacimiento de la Iglesia cristiana y la propagación de la fe de Cristo. “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. La razón de hablar en otras lenguas fue porque en la ciudad de Jerusalén se habían juntado muchos ciudadanos de diferentes regiones, en donde estaban representados más de quince idiomas, además del hebreo, el arameo y el griego, que eran las lenguas que se hablaban en la localidad de Jerusalén y sus alrededores.

El gran milagro de hablar en otras lenguas tenía el propósito de que todos los presentes pudieran entender y comprender el mensaje del apóstol Pedro, cuando lleno del Espíritu Santo se puso en pie para predicar el mensaje de salvación del Señor Jesús: “Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis” (Hechos 2:22). Pedro apela al testimonio de ellos mismos, pues ninguno ignoraba la misión, milagros, muerte injusta y la gloriosa resurrección de Jesús.

Y para que se cumpliera la promesa, después del mensaje de Pedro, el Espíritu Santo cayó sobre todos los presentes, “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. (Hechos 2:41-42). También, como consecuencia de la conversión, bautismo en agua y del Espíritu Santo, los nuevos creyentes regresaron a sus lugares de origen y predicaron el evangelio del Reino; y la Biblia dice que muchos creían por la palabra de ellos.

Y el milagro de Pentecostés continúa cosechando muchos frutos espirituales, porque “perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. (Hechos 2:46-47). El secreto de este milagro era la perseverancia en la oración, la unidad de los creyentes, la alegría y sencillez de corazón, la alabanza a Dios y el hallar el favor con todo el pueblo.

Entonces, esta es la principal razón de por qué la iglesia evangélica celebra este día especial de Pentecostés, en reconocimiento de que para que el evangelio sea predicado en todo el mundo, se hace necesario recibir el Espíritu Santo para recibir el poder y la valentía de predicar respaldados por el testimonio de la comunidad de los cristianos.