Con la reflexión de hoy, finalizamos el estudio de 1ª Corintios 1:9, texto que nos ha servido de base para este mes de agosto. En nuestro estudio de hoy vamos a ver que Pablo, llamó a aquellos cristianos «los santificados en Cristo Jesús». La palabra «santificación» se usa en varias maneras diferentes, como podemos apreciar en la epístola a los Romanos 1:7.
Hay una santificación en cuanto a la posición del creyente en Cristo. Así que cuando esta palabra figura unida a Dios el Padre, o a Dios el Hijo, el Señor Jesucristo, se usa generalmente en este aspecto de la posición del creyente. Ahora, cuando la santificación aparece relacionada con el Espíritu Santo, entonces se refiere a la santificación práctica. En 1ª Corintios 1:30, veremos que Dios ha hecho que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. Él es pues nuestra santificación
Bien, la santificación es una posición que tenemos en Cristo. Si usted ha confiado en Él, Él ha sido hecho su santificación. Y usted es tan salvo hoy como lo será dentro de un millón de años, porque usted ha sido salvado en Cristo, y usted no puede agregar nada a ese hecho.
Pero en cuanto a la santificación práctica, eso es algo que varía en diferentes personas. Los de Corinto, por ejemplo, no parecían ser santos (en cuanto a su posición) que estuviesen siendo santificados. La acción del Espíritu Santo no era muy evidente en sus vidas. Pero, por estar unidos a Cristo, (y como acabamos de decir) estaban santificados en lo referente a su posición.
Luego leemos en este versículo que los creyentes de Corinto eran «llamados a ser santos», pero se puede decir que son llamados santos (κλητοῖς ἁγίοις) sin usar ese verbo «ser» que está allí, pero que no se encuentra en el original, “kletois”: ‘llamados’ y “agiois”: ‘santos’. Es lo mismo que hemos leído en el primer versículo referente a Pablo, donde podemos leer «llamado apóstol»: (κλητὸς ἀπόστολος) en lugar de «llamado a ser apóstol». Nosotros, en realidad, somos «llamados santos». Usted y yo no nos convertimos en santos por lo que hacemos. Nos convertimos en santos a causa de nuestra posición en Cristo. La palabra santo quiere decir apartado, separado para Dios. Cada creyente debería estar separado para Dios. Por tanto, no diga que usted no es santo, si ha sido separado para el servicio de Dios. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, esos vasos viejos y gastados del tabernáculo, más tarde en el templo, fueron llamados vasos santos. ¿Santos? Sí, porque estaban dedicados al uso de Dios. Ahora, ¿en base a qué es considerado santo, el hijo de Dios? Bueno, porque está dedicado al uso de Dios. Pero ésa es una posición que tenemos y con base en ella, somos llamados santos. Por ello enfatizamos que no somos llamados santos por lo que hacemos, sino por estar unidos a Jesucristo.
Ahora, se nos dice que ellos eran llamados santos «con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro». Esto indica que esta carta fue dirigida también a la iglesia en general, que está integrada por todos los que invocan al Señor Jesús, estén en Corinto o en cualquier parte del mundo. Pablo menciona dos palabras importantes: «Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo». Gracia, “Charis” era la palabra para saludar en el mundo griego, Paz, corresponde a la palabra hebrea “Shalom”, una forma de saludo en el mundo religioso.
Pablo combinó las dos palabras y las elevó a su máximo nivel. Nosotros somos salvos por la gracia de Dios; eso es amor en acción. Cuando hemos sido salvos por la gracia de Dios, entonces podemos tener la paz de Dios en nuestros corazones. Porque todos nosotros hemos invocado al Señor Jesús y estamos en comunión con Dios y con él. Espere las próximas reflexiones de septiembre.