Hoy nuestra iglesia celebra el Día del Pastor; por eso, vamos a referirnos a rebaños y pastores. Varios países de Europa y del Medio Oriente son criadores de ovejas y corderos; las ovejas para comercializar la lana y los corderos para consumo y exportación de carne. Pero en esta reflexión me voy a referir a la labor del pastor. Por cada rebaño debe haber un pastor que lo apaciente. Juan 10:16 finaliza con la frase: “Y habrá un rebaño y un pastor”.
El evangelista Juan presenta a Jesús como el Buen Pastor. En Juan 10:11, el mismo Señor Jesús dice: “Yo soy el buen pastor, el buen pastor su vida da por las ovejas”. Por su puesto, sólo Jesús pudo decir esta expresión. La labor del pastor es muy delicada y por eso no muchos tienen la vocación de hacerse cargo de una congregación. Por otro lado, no todas las congregaciones tienen la capacidad de remunerar con justicia la labor de un pastor.
Los pastores bautistas no gozan de jugosos salarios, porque la mayoría no busca gloria ni riquezas, sino que ha decidido dedicar su vida al servicio del Señor, cuidando de la iglesia o iglesias que están bajo su responsabilidad. Aún en países desarrollados, hay lugares en donde un pastor está a cargo de más de una iglesia, para obtener un salario de acuerdo con la carestía de la vida.
Nuestra iglesia bautista Filadelfia tiene su pastor, pero éste no tiene un salario asignado. Sin embargo, debemos ser conscientes que “el obrero es digno de su salario”. En tiempos del Antiguo Testamento, en Deuteronomio 25:4, leemos: “No pondrás bozal al buey cuando trillare”. Por lo tanto, si tenemos un pastor, debemos procurar que tenga lo suficiente para que él y su familia se alimenten, se vistan y tengan un techo.
El apóstol Pablo instruyendo a su discípulo Timoteo (1ª Tim. 5:18) lo exhorta a que acepte un salario, pues “el obrero es digno de su salario”. Entonces, por ser hoy el día del pastor, ofrezcámosle un buen regalo, para reconocerle su entrega desinteresada.